La propuesta de Petro en medio de la crisis climática

César Picón

Si cada ser humano viviera como cualquier estadounidense promedio, sencillamente la vida en el planeta ya hubiera colapsado.
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La única razón por la que todavía estamos echando el cuento en esta tierra, es porque las condiciones de vida en la gran cantidad de países pobres son tan precarias, que no demanda la cantidad de materias primas y energía que se requiere para satisfacer el “bienestar” de los ciudadanos de los países ricos. Hay una desigualdad enorme: mientras que los que más contaminan viven a sus anchas y gozan de prodigiosa prosperidad, los que poco aportan a la debacle climática viven sumidos en la pobreza y los bajos niveles de desarrollo.

El Presidente Petro se está jugando su capital político a nivel internacional, poniendo sobre la mesa esa realidad e insistiendo a los países desarrollados y a las instituciones financieras globales, que consideren su propuesta de ceder parte de la deuda externa de los países en vía de desarrollo, para liberar recursos que puedan destinarse a la inversión social y la acción ambiental.

Aunque sus críticos lo cataloguen de soñador y hasta se burlen de él por pronunciar un discurso anti carbono, precisamente en Emiratos Árabes, la meca del petróleo, en el marco de la COP 28, la propuesta de Petro no deja de ser razonable, innovadora y necesaria. El ejemplo de Colombia es que hoy en día, de cada 10 pesos del presupuesto de la Nación, casi 2 pesos se van a pagar la deuda, en cifras reales, de 502 billones de pesos del presupuesto de 2024, 94.5 billones se irán pagando los compromisos que tiene el país con los tenedores de bonos y la banca multilateral.

Si un país como Colombia, que tiene dentro de sus límites una parte de la Amazonía, el mayor sumidero de gases efecto invernadero del mundo (después de los océanos) y gran regulador hídrico del planeta, pudiera liberarse de una parte del gran peso que representa la deuda, podría invertir no solo en la protección de su selva amazónica sino también en el desarrollo de una matriz energética más limpia y eficiente y, sobre todo, de alternativas económicas para reemplazar en el mediano y largo plazo los ingresos de la extracción del petróleo y carbón, dado el anuncio del Presidente Petro de no volver a firmar nuevos contratos de exploración de hidrocarburos en el país.

Emitir derechos de giro del Fondo Monetario Internacional, reducción del riesgo país para aliviar los intereses de la financiación extranjera, o un esquema de impuestos al carbono a escala global que pudiera recaudar tributos de los países que más contaminan y distribuirlos entre quienes más contribuyen a mitigar esa contaminación global, son algunos de los mecanismos que propuso el Presidente en la conferencia de Dubái.

Petro ha aprovechado las dos cumbres climáticas a las que ha asistido como primer mandatario (Egipto y Emiratos Árabes) para poner a los poderosos del mundo a reflexionar sobre la necesidad de pasar del discurso ambientalista a un esquema real de financiación climática, aunque eso implique contrariar el modelo neoliberal de la ganancia y el lucro por encima de cualquier objetivo. Ojala más temprano que tarde su voz tenga eco y que cada vez sean más las naciones comprometidas en enfrentar en forma real la crisis climática.

 

César Picón

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