La verdad sea dicha

César Picón

Al Ministro de Salud le ha caído toda la crítica por sus fuertes declaraciones en el marco del trámite de la reforma a la salud. Aunque varios actores del gremio y los medios de comunicación masiva hayan salido a deslegitimar y atacar lo dicho por Jaramillo, la sociedad debe ponderar que por fin hay un jefe en esa cartera que está poniendo sobre la mesa todo lo que anda mal en el sector.
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Sin pelos en la lengua, Jaramillo abrió el debate para denunciar lo que todos saben pero que hasta ahora nadie se ha atrevido a enfrentar con tanta vehemencia, quizá por temor a los peces gordos que se benefician de los negocios de la salud. Conociendo la gallardía y firmeza del Ministro, no cerrará el debate hasta que se hayan producido los cambios que necesita el sistema.

Aunque no les guste la verdad, en el gobierno Duque sí terminaron aprovechando la pandemia para favorecer enormemente los bolsillos de los privados. El 72% de los recursos públicos que giraron por camas de cuidado intensivo fueron a parar a clínicas privadas, pese a que muchas de ellas ni siquiera estaban disponibles para salvar vidas, porque aunque contaran con todos los equipos, no tenían personal capacitado para atender ese nivel de complejidad. 

Como les pagaban solo por tenerlas, así estuvieran sin pacientes, casi se triplicó la cantidad de camas UCI en el país, sin que esto significara que la respuesta sanitaria a la pandemia hubiera sido más eficiente.

Eso es apenas una muestra de los abusos del sistema. Pero hay mucho más. En medio de los debates en el Congreso, el Ministro también ha protestado por la integración vertical que se les ha permitido a las EPS, mediante la cual esas aseguradoras contratan la prestación de los servicios de salud con clínicas que les pertenecen a ellos mismos y les aseguran los pagos sin dilaciones. 

Como el paciente está obligado a acudir solo donde la EPS tenga contrato, estas distribuyen esa demanda hacia las clínicas de donde pueden sacar utilidades, de modo que lo que prevalece no es la oportunidad ni la calidad del servicio, sino el lucro que se pueda generar. Ese modelo ha hecho que prosperen los prestadores de servicios de salud que son socios o tienen las mejores relaciones con las 

EPS, mientras que los demás quiebran con facilidad. Falta discutir y ojalá transformar el absurdo monopolio que han creado las universidades que forman especialistas en salud de la mano de algunos gremios del sector, que arbitrariamente mantienen una baja oferta de cupos para graduar especialistas, logrando de esta manera crear condiciones de mercado ficticias, que aseguran privilegios para los profesionales de la salud especialistas, en detrimento de millones de pacientes que tienen que esperar semanas y hasta meses para lograr una cita con uno de ellos.

También falta profundizar el debate sobre los abusos con el Soat, otro gran boquete que tiene el sistema y que efectivamente también termina monopolizado por algunos actores que se encargan de asegurar que las ambulancias trasladen a sus clínicas de trauma a los lesionados y una vez allí “exprimen” al máximo el seguro, cuando ya no tienen que más facturar, simplemente lo remiten.

Para enfrentar estos problemas complejos se necesita coraje y mucha convicción. Como sociedad debemos alentar al Gobierno para que siga la lucha por transformar el sistema.

CÉSAR PICÓN

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