Las lecciones de Chile

Columnista Invitado

Sorprendió al mundo hace unos días el estallido social en Chile por un modesto aumento en el precio del transporte en metro. ¿Por qué una reacción tan desbordada en el país más rico de América Latina?

Durante los últimos 30 años la economía chilena ha crecido a una tasa anual superior a 5%. Así, Chile tiene hoy un producto por habitante de US$26,000, el más elevado de la región. El Banco Mundial lo clasifica como país de altos ingresos.

Pero una mirada más detenida a lo ocurrido arroja unas lecciones.

La primera, como lo señala el economista Jeffrey Sachs, es que los indicadores de bienestar que por lo común empleamos los economistas revelan poco o nada sobre lo que siente la gente. El producto por habitante es un promedio que nada dice sobre su distribución; el bienestar general no necesariamente aumenta en proporción al crecimiento del promedio. Los beneficios de la prosperidad pueden estar yendo a los bolsillos de unos pocos.

Pero la lección más elocuente proviene del modelo económico de amplia libertad de mercados y pocos controles estatales que Chile adoptó al final de la dictadura de Pinochet y que hoy, en general, subsiste. A pesar de su gran crecimiento, Chile no tiene eficaces redes de protección social. La protesta generalizada refleja la frustración de muchos al sentirse excluidos de la prosperidad, expuestos a los vaivenes del mercado sin tener acceso a sus beneficios. La realidad cotidiana de muchos es de bajos salarios y alto costo de vida, con deficientes sistemas de seguridad social, educación y salud.

Chile tiene un producto por habitante que casi duplica el de Colombia. También es, como nosotros, una sociedad con grandes inequidades. Según cálculos de la OCDE, el club de 36 países ricos al cual pertenece (y al que aspira a ingresar Colombia), Chile tiene, antes de impuestos y transferencias, unos niveles de desigualdad del ingreso cercanos al promedio del grupo. Pero su gobierno, señalaba el New York Times, “hace menos que casi todos los países desarrollados para reducir las desigualdades a través de impuestos y transferencias”. Como resultado, entre los países de la OCDE, Chile tiene la peor distribución del ingreso después de impuestos.

La economía de mercado es el sistema económico que más prosperidad ha generado en la historia. Pero la economía de mercado sin regulación del estado conduce a resultados socialmente indeseables, como la concentración del ingreso.

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