Indiferencia

Columnista Invitado

Mientras algunos, con el pretexto de no polarizar, no se involucran en los grandes asuntos que se discuten hoy en el país. La violencia y la guerra, retornan con mayor fuerza a nuestros campos. En lo corrido del Gobierno Duque se cuentan más de 247 líderes sociales asesinados; estamos siendo testigos de lo que algunos han llamado el genocidio del Cauca: 135 indígenas asesinados bajo la omisión cómplice del Gobierno.

Para rematar, un “operativo implacable”, como lo calificó el mismo presidente, terminó con la vida de 18 niños en un terrible bombardeo (según informó Noticias Uno). Mismo hecho que motivó la moción de censura contra el Ministro de Defensa y su posterior renuncia para evitar la vergüenza de ser el primer ministro removido por el Congreso. Sin embargo, a la fecha, nada de perdón a las víctimas, tan solo justificaciones del alto gobierno y la defensa acérrima por parte del Centro Democrático de lo que fue acción perpetrada, mostrando claramente posiciones que nos recuerdan la España de Franco, la Italia de Mussolini o la Alemania de Hitler.

A ellos no les preocupa polarizar. Ellos necesitan polarizar, necesitan crear un enemigo al cual declararle la guerra para justificar todos los actos de barbarie que cometen. Tal como Hitler y su régimen justificaron el holocausto y el exterminio de un enemigo, nuestros fascistas criollos (también racistas, homofóbicos y misóginos), requieren un enemigo para que sus actuaciones estén motivadas por el “amor a Colombia y espíritu patriótico” sin que se les llegue a pasar por la cabeza tener “dificultades judiciales”. Basta ver las declaraciones que en Twitter hacen los más fervientes simpatizantes del partido de Gobierno para quedar horrorizado, como en tan pocos caracteres pueden expeler tanto odio.

Sin embargo, pese a lo preocupante que puede ser esto, lo que más aterra es la apatía de quienes no toman partido. Quienes simplemente se apartan de todo lo que está pasando en el país, y dejan que el destino de todos corra sin más. Claramente hay dos posiciones: quienes queremos la vida y la paz y, quienes anhelan una Colombia segregadora, violenta y en guerra. El hecho de no tomar postura (o ser neutral), nos ubica en la segunda.

Hoy necesitamos estar activos, asumir la responsabilidad histórica de defender la paz. Si logramos ponernos en los zapatos de las familias de los 18 niños bombardeados; en los zapatos de los hijos de los 135 indígenas muertos violentamente; en los zapatos de las esposas y esposos de 247 líderes sociales asesinados, podremos construir el sentimiento de solidaridad que rompa con la indolencia que permite que los violentos actúen con tranquilidad.

Las jornadas de protestas masivas que se han adelantado en Chile, Ecuador, Bolivia y ahora en Colombia, son el escenario perfecto para propiciar la reflexión ciudadana y colectiva. Este es el momento adecuado para comenzar la construcción de un futuro incluyente, pensado en el desarrollo social y económico de todos y no solo en el beneficio de unos pocos. Necesitamos pensarnos en colectivo, vencer la apatía, solidarizarnos con quienes sufren la guerra y la miseria. Por eso, al igual que Gramsci, yo también ¡Odio a los indiferentes!

danielfsotomejia@gmail.com

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