La Universidad Libre conmemora en Ibagué su Centenario

Columnista Invitado

Educar en libertad para la justicia y la paz es lo que la Universidad Libre ha hecho  ininterrumpidamente durante estos primeros cien años. Es resultado feliz de lo acordado  por la Gran Convención Liberal reunida en el histórico Teatro Tolima desde el 29 de marzo de 1922. Fue convocada precisamente en Ibagué por el  prestigioso jefe de la colectividad, el general Benjamín Herrera, como reconocimiento del entusiasta esfuerzo de los tolimenses en la reciente campaña a la Presidencia de la República, en la que Herrera era el candidato liberal. 
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Con su portentoso don de mando invitó Herrera a los liberales para que se sumaran  a la obra cultural que venía gestándose con la colaboración y aportes de muchos ciudadanos en diferentes ciudades. Se quería educar en sana crítica, sin dogmatismos, con libre cátedra y libre investigación científica para  abrirle  a los jóvenes oportunidades reales en la vida,  con especial consideración a los de menores ingresos económicos. Y como reflejo de su pluralismo, abriría también sus puertas a todos los jóvenes, no exclusivamente a los liberales. 


El nuevo esquema permitiría erradicar el arraigado sectarismo responsable del devastador resultado de la Guerra de los Mil Días, con pérdida de miles de combatientes de ambos partidos y que generó  humillante desmembración posterior del territorio en Panamá, en donde el país soñaba construir su propio canal interoceánico.  


Herrera había compartido con la Nación una  frase, en verdad  una profunda filosofía, de “la Patria por encima de los partidos”, para posibilitar la pronta terminación del conflicto finisecular  fratricida y abrir así una etapa de hondas reflexiones nacionales que revisara las conductas y  permitiera sustituir las devastadoras guerras, como irresponsable solución tradicional del desacuerdo, por salidas decorosas y constructivas que Herrera y el liberalismo en ese posconflicto identificaron nítidamente en la ancha avenida de una nueva educación de ese preciso corte.


Muchos desconfiaban de la empresa de fundación de la Universidad Libre y criticaban acerbamente el proyecto. Pero la constancia de Herrera superó en los hechos la dura resistencia. Así lo demostró desde la histórica reunión de Ibagué, en donde por lo demás fue recibido con apoteósico entusiasmo popular en las vísperas de su memorable llegada en tren a esta ciudad musical de Colombia, en la que el amor por la música del General y su espíritu de inconfundible tolerancia lograría la armonía necesaria para sintonizar a los espíritus de los Delegados de la Gran Convención para que convergieran unánimemente en el impulso urgente de fundación educativa.


Entre los constructivamente optimistas estuvo Don Agustín Nieto Caballero, uno de los fundadores del Gimnasio Moderno en 1914. Como anticipado reconocimiento a Herrera en medio del recelo del momento, decía con gracia, desenfado y premonitoria visión en la prensa de esos días: “Es algo extraordinario ver a un guerrero que acaba su vida fundando una Universidad. Si el General Herrera triunfa en su intento, dará el salto a la estatua”. 


Y en efecto lo dio, y de qué grandiosa forma: alrededor de 30.000 estudiantes de pregrado y posgrado hoy, en siete Seccionales distribuidas por casi toda la geografía de la patria. Y cientos de miles de egresados que bebieron en sus aulas la vivificante savia de sus inalterables principios fundacionales.

 

Jorge Gaviria Liévano

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