Paro gregario

Alrededor del paro agrario se presenta un complicado asunto de comunicación que evidencia el papel poco imparcial de los grandes medios de comunicación nacional frente los temas cruciales que vive el país.

Es obvio comprobar que en el fondo y en la particularidad, existen dos versiones en relación con el paro: la del Gobierno y la de las organizaciones sociales promotoras de la protesta. El Gobierno reiterando equivocadamente que el eje esencial de esta movilización es anárquico-electoral, y los promotores del paro hablando sectorial o gregariamente sin precisar unificados sus propuestas.

La Prensa -así en mayúscula para indicar los más poderosos medios de comunicación -ha jugado, claro está, al lado del Gobierno. De manera incondicional y de ahí la grave desinformación. Los organizadores del paro, sin propuesta unificada no han tenido -y tampoco saben divulgarlo- mensaje claro en relación con lo que exigen y el porqué de sus exigencias. Además una cosa piden en salud, otra en educación, otra los camioneros, otra los agricultores. Cargan además con el pesado bulto de los comunicados de las FARC que cuando opinan sobre el tema espantan opinión y otorgan credibilidad al enfoque gubernamental sobre la visión parcializada  del paro. En medio de esa nociva polarización de los medios de comunicación sólo los columnistas imparciales han podido rescatar la información objetiva, veraz e imparcial, dirigida una opinión pública bien informada. 

Como siempre, Antonio Caballero en su columna de Semana presentó una muy buena descripción de causas y efectos en relación con el paro, que facilita entender el desarrollo del mismo. Mencionó que la organización líder de la protesta tiene el feo y mamerto nombre de Mesa Nacional Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo, MIA, y que sus peticiones centrales -por demás justas y necesarias- son esencialmente tres: poner fin a las fumigaciones de los cultivos ilícitos, suspender las importaciones de alimentos de producción local y revisar los tratados de Libre Comercio firmados en los últimos años por Colombia. Nada más, ni nada menos. 

Esta precisión -no registrados objetivamente por los poderosos medios de comunicación nacional- indica que estamos frente a un tema de hondo contenido social, relacionado con el modelo de desarrollo imperante en la actualidad y encuadrado dentro del esquema neoliberal del supuesto desarrollo agrario impulsado y defendido por el Gobierno nacional. 

O sea, quienes protestan tienen problemas graves que los motivan a este tipo de paros, sobre todo el de la crisis y bancarrota económica padecida a nivel familiar y regional, y que en divulgación periodística diaria desaparecen por las pedreas, los taponamientos viales, y el número de heridos producto de cada confrontación de orden público. Pero, al no existir digamos “pliego unificado” por parte de los promotores del paro, el asunto central en discusión puede quedar relegado a un tercer plano, cuando en verdad es el esencial. Así las cosas, este paro nadie sabe -por ahora- cuándo y dónde puede terminar. Preocupante.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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