Lo bueno de lo supuestamente malo

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Los artífices y gestores del pretendido modelo de desarrollo vigente en Colombia, van a tener que realizar por estos días un arduo esfuerzo argumentativo, para explicar las razones de tipo económico, político y social que hicieron posible el domingo pasado la victoria, -por tercera vez- de Juan Evo Morales Ayma, como Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, en representación del Movimiento al Socialismo MAS.

Se calcula, por ahora, que Evo Morales, un hombre humilde, indígena, venido del corazón de las clases populares bolivianas, seguirá como inquilino hasta el 2020 del Palacio Quemado en La Paz.

Dentro de los muchos temas, por explicar por parte de ministros y asesores de Santos, y que son motivo de obvias comparaciones gubernativas, están los relacionados con la famosa locomotora minera colombiana y sus resultados, y el cotejo con las políticas de nacionalización boliviana de los recursos hidrocarburíferos.

Igualmente, de los benéficos resultados para la economía boliviana del cobro a las empresas energéticas extranjeras de un 32 por ciento adicional en impuestos y regalías. De otra parte, vale también la pena equiparar resultados en materia agraria, frente a los resultados de distribución y titulación de tierras en Bolivia a campesinos e indígenas en condición de pobreza.

Y sobre todo, analizar lo de aquí y lo de allá, en cuanto a la mejora de la distribución del ingreso, a partir de esos recursos, en beneficio de los sectores populares.

La tienen difícil los genios de nuestro endeble modelo de desarrollo, para explicar los milagros económicos alcanzados por un Presidente Indígena que ha logrado bajar la pobreza extrema del 38 al 18 por ciento. Que ha cuadriplicado el gasto público. Que ya casi duplica el número de empleados estatales. Que construye permanentemente hospitales, escuelas, carreteras. Y algo, peliagudo de analizar: según indicadores del FMI –nada amigos de Evo- para este año se espera un crecimiento del 5.2 por ciento en Bolivia.

Y, una pregunta sencilla que de seguro, causará un perdurable desconcierto a los genios forjadores del modelo fallido de desarrollo colombiano: ¿Por qué mientras las exportaciones han caído en Colombia, en Bolivia en una década pasaron de $US2.000 a $US10.000?.

La respuesta, no la darán cabalmente ninguno de los Ministros del actual gobierno ni sus asesores, porque sería pegarse un tiro en el pie. Es decir, reconocer que el Modelo de Desarrollo Socialista, -o mejor, de corte social demócrata para que quepan todos- implementado con sus características particulares en Cuba, Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia, - o sea, en nuestro más cercano vecindario- no es diabólico, ni desastroso, sino que tiene logros y resultados económicos y sociales muy buenos, mejores que los nuestros en varios aspectos.

Sobre todo en integralidad social, en cuanto se gobierna con el pueblo para beneficio de las mayorías populares, y no con minorías oligarquías en exclusivo propósito de aumentar sus capitales. Ahí, está el detalle.

Ojalá, más temprano que tarde, también nosotros podamos vivir esa edificante experiencia. Lo necesitamos.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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