Bajo el sol de la democracia

Camilo González Pacheco

La democracia colombiana en pleno siglo XXI está padeciendo de los males que se presagiaban para su existencia por allá en Atenas, en los años 427 – 347 a. C. o sea, que los problemas vienen de su propia raíz. En efecto, Platón alertaba sobre dos peligros que hoy surgen vigorosos y redivivos en el actual panorama político nacional. El primero de ellos, enseñaba el filósofo griego, radicaba en la captura del gobierno por los menos capaces y, el segundo, que también al igual que el primero viene como anillo al dedo para Colombia, la toma del poder por unos pocos (oligarquía) por medio de la demagogia o la manipulación.

En relación con los más capaces en el gobierno, que sería la visión optimista del filósofo citado, en Colombia se acaba de presentar a propósito de la JEP, la asombrosa tesis contraria, según la cual juristas idóneos y conocedores de los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario, es decir los más competentes, estarían inhabilitados para conformar un Tribunal que precisamente conocería de tales temas. O sea, se establece una muralla para impedir que parte de los más idóneos ejerzan el poder en sus temas especiales, abriendo la puerta a los menos aptos, según la mirada milenaria del sabio referido. Con ello, se registraría una falencia, anunciada hace siglos como atentatoria contra la democracia.

En ese mismo sentido, observando las alertas primigenias enunciadas, también nuestra democracia sigue siendo cooptada en gran medida, por la demagogia y la manipulación, ya alertadas como nocivas desde antes de Cristo. Y en nuestro caso, nada más ni nada menos, que presentando los avances en paz para una nación como motivo nocivo de convivencia política.

Los peligros previstos por Platón, del gobierno de los menos capaces y del imperio de la demagogia y la manipulación, se presentan pues, desgraciadamente, a su manera en la democracia colombiana. Y obvio, muchos otros desatinos ampliamente analizados por politólogos modernos a la luz de la actualidad nacional, evidencian que los problemas de la democracia colombiana son de raíz y de forma, antiguos y modernos, aspectos que en algo y en mucho explican los problemas esenciales de la sociedad colombiana expresado entre otros factores en los elevados índices de desigualdad social y de proliferación de la corrupción en las más emblemáticas y significativas instancias estatales.

En el Libro del Eclesiastés, se enseñaba que nada hay nuevo debajo del Sol. Observando los tiempos modernos, con ese mismo enfoque podemos concluir que tampoco la democracia -en especial la colombiana- se salva de esta sentencia. Desafortunadamente.

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