Una crisis de ciencia ficción

Guillermo Pérez Flórez

Los acontecimientos del 6 de enero en Washington, el asalto al Capitolio más exactamente, no habría podido imaginarlos ni el más fantasioso de los libretistas de Hollywood. El presidente en ejercicio del país más poderoso de la tierra, que suele dar lecciones de democracia, incita a sus vándalos para asaltar el Congreso de la República y tratar de impedir que se confirme la elección del nuevo presidente.
PUBLICIDAD

Hordas de fanáticos entran al Capitolio sin que nadie los detenga, mueren cinco personas, el presidente tarda en desautorizarlos y cuando lo hace se limita a decirles que los ama, que regresen a sus casas, que él los entiende. Ficción en estado puro.

Pero el asunto no para ahí. En el Congreso, el partido del presidente recupera la cordura y la confirmación del nuevo presidente sale adelante. El mandatario se queda solo y es una fiera acorralada. Hay pánico por lo que aún pueda hacer en los días de mandato que le restan, y esto lleva a los líderes políticos y empresariales a pensar que lo más conveniente es destituirlo y que el vicepresidente asuma el control, para garantizar una transmisión del mando pacífica y ordenada. La presidenta de la Cámara de Representantes, teme incluso que el mandatario pueda utilizar el maletín nuclear y atentar contra algún país, razón por la cual habla con los altos mandos militares para advertirles de la situación y pedirles que de ocurrir esto desacaten a su jefe. El sátrapa se niega a renunciar y las amenazas continúan, entonces las principales corporaciones deciden bloquear sus cuentas de redes sociales, quieren impedir una tragedia. Al momento de escribir este artículo la película de suspenso no ha terminado, y cualquier cosa puede suceder. El mundo entero está en vilo.

Escribo este relato de manera impersonal intentando hacerlo como imagino que lo haría un guionista, y confirmo que es cierto eso de que la realidad supera la ficción. La democracia más antigua del planeta, se ve envuelta en una turbulencia que nunca llegaron a imaginar los llamados ‘padres fundadores’, y salvarla queda en manos de los hombres más ricos del mundo. Mark Zuckerberg, emerge como el único capaz de ponerle el cascabel al gato, o mejor, la camisa de fuerza al loco.

“Creemos que los riesgos de permitir que el presidente continúe utilizando nuestro servicio durante este período son simplemente demasiado grandes. Por lo tanto, estamos extendiendo el bloqueo que hemos colocado en sus cuentas de Facebook e Instagram de manera indefinida y al menos durante las próximas dos semanas hasta que se complete la transición pacífica del poder”. Todo lo sólido se desvanece en el aire, dijo Marx en el Manifiesto Comunista. El juego puede llegar al final para Donald Trump.

Lo paradójico es que no sea por cuenta de las instituciones sino de las mega corporaciones privadas que deciden actuar. La democracia, el estado de derecho, los avances civilizatorios han quedado maltrechos. El control del poder, público y privado, es un imperativo.

El 6 de enero marcará la historia norteamericana, tanto como el 11 de septiembre de 2001. Hollywood hará una película, seguro. Pero esta es una crisis real, aunque parezca de ficción y nos afecta a todos, así no lo sepamos.

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

Comentarios