Al oído del gobernador Orozco

Guillermo Pérez Flórez

En 1860 Tomas Cipriano de Mosquera se rebeló contra el gobierno de la Confederación Granadina presidido por Mariano Ospina Rodríguez. Habían sido contrincantes en las elecciones presidenciales, junto al ilustre mariquiteño Manuel Murillo Toro. (Aún el Tolima no existía y la villa de Chaparral pertenecía a Mariquita). Las élites de ésta, y las de la provincia de Neiva reclamaban autonomía territorial, y deciden apoyar a Mosquera, que les retribuye separándolas de Cundinamarca y creando el ‘Estado del Tolima’, el 12 de abril de 1861. La primera capital del estado fue la villa de Purificación, Neiva sirvió de sede a la Asamblea Constituyente. Ibagué, Guamo, Natagaima y Neiva, también fueron capitales del estado, que existió como soberano hasta 1886, cuando Núñez instauró el centralismo, creó los departamentos y la capitanía volvió a Ibagué. Durante los 25 años de existencia federal el Tolima se convirtió en una de las regiones más importantes. Antioquia y Tolima movían la política. Fabio Lozano Torrijos, citado por Rafael Rocha Gutiérrez, en su libro ‘La verdadera y falsa democracia’, decía que del Tolima “… desbordaban de su seno las grandes inteligencias, los grandes caracteres y, sobre todo, los grandes luchadores de la libertad”.
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Este año se cumplen 160 años de la creación como estado. Un acontecimiento que los hijos del gran Tolima deberíamos celebrar con total entusiasmo, hacer de él una ocasión para repensarnos como región y escucharnos todos, sin excepción. La celebración de tan importante fecha, puede servir de revulsivo para recuperar el bravío talante y poner en el centro de las preocupaciones el bienestar de nuestra gente. Estamos atravesando grandes dificultades, Neiva e Ibagué son las capitales del desempleo, un desempleo que golpea con crueldad a los más jóvenes y a las mujeres. No podemos cerrar los ojos ante la espantosa realidad que nos azota. Pensar cómo vamos a hacer del Tolima una tierra más justa, amable y próspera, es una obligación colectiva. Qué importante sería que en las escuelas, colegios y universidades, en las academias, gremios, empresas y sindicatos se hicieran conversatorios sobre lo que hemos sido y lo que queremos ser. Qué importante aprovechar la fecha para obtener un mayor compromiso del gobierno nacional con esta tierra.

El Tolima tiene inmensos desafíos sociales, medioambientales y de infraestructura. La pandemia se ha encargado de mostrar sus precariedades en materia de salud pública y el rezago tecnológico. Existen oscuros nubarrones sobre el más inmediato futuro, los jóvenes están perdiendo la esperanza. Hay que estimular una deliberación propositiva de las llamadas ‘fuerzas vivas’, reformular una agenda de prioridades (la agenda Tolima 160) a partir de las nuevas circunstancias y trazar una hoja de ruta, con sentido de urgencia. Actuar ya. El cambio no es una opción, es una obligación, los costos de seguir como estamos son incalculables. Es vital que los tolimenses nos sentemos a conversar y dejemos a un lado las prevenciones políticas y los afanes electorales. Escucharnos para entendernos, y entendernos para avanzar en una senda de modernización y desarrollo incluyentes. Hagamos de esta celebración la oportunidad para un nuevo comienzo, ganémonos entre todos una segunda oportunidad como región.

GUILLERMO PÉREZ

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