El Estado local como emprendedor

Guillermo Pérez Flórez

El libro de Mariana Mazzucato, ‘El Estado Emprendedor’, ha suscitado en mí muchas reflexiones. Y aunque no se refiere de manera específica al estado municipal, me ha hecho pensar en la importancia de los gobiernos locales en la generación de riqueza, lo cual es determinante para combatir la pobreza, la miseria, el desempleo y la informalidad. De hecho, el papel de los estados como productores de riqueza es una variable poco considerada por los estudiosos para explicar el crecimiento económico. Y más aún en un régimen centralista, en el que al municipio se le confiere una importancia marginal en este campo.
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Pero las entidades territoriales sí pueden crear riqueza, y sobre todo redistribuir, con decisiones que beneficien a toda la ciudadanía. Voy a poner ejemplos sencillos. La recalificación del suelo. Convertir suelo rural en suelo urbano produce mucha plata. Por eso la ley prevé que los propietarios de la tierra paguen una plusvalía, pues a partir de ese momento no la venden por hectárea, sino por metro cuadrado. Un negocio tan rentable que ha dado lugar al llamado ‘volteo de tierras’. El alcalde de Ibagué tiene esto muy claro, según se desprende de su columna ‘Plusvalía para el desarrollo de Ibagué’ (21/05/23) publicada en este diario. Desafortunadamente, tardó tres años en ocuparse del asunto. Se calcula que en la última década la capital tolimense ha dejado de recaudar ¡700 mil millones de pesos! Le pregunté cuánta plusvalía había recaudado su administración, y el silencio fue total. Ese dinero se quedó en bolsillos privados.

Otro ejemplo. Bajo la inspiración del ‘Consenso de Washington’, se pusieron de moda las privatizaciones. Muchos municipios entregaron acueductos, alumbrados públicos, recolección de basuras, a personas que se volvieron billonarias. A estos ‘empresarios’ poco y nada les importa el futuro de las comunidades, no hacen las inversiones necesarias, se dedican solo a ordeñar la vaca, y los alcaldes no les piden cuentas. Estos servicios, administrados por el Estado de manera eficiente, son muy rentables. Las Empresas Públicas de Medellín, por ejemplo, en el primer semestre de 2022 generaron utilidades por 2.1 billones de pesos. El enriquecimiento de particulares, gracias a la explotación de zonas azules, recolección de basuras, recaudo de sistemas de transporte, alquiler de bicicletas o al favoritismo en la contratación de obras o en la proveeduría de bienes y servicios, es histórico. Muchas de esas empresas eran de papel y hoy están boyantes.

El Estado local puede tener un rol emprendedor. Una de las alternativas en Ibagué es reestructurar la Gestora Urbana, convertirla en una promotora de negocios inmobiliarios, en alianza con constructores privados. Hacer, por ejemplo, vivienda de alquiler con opción de compra, para jóvenes, mujeres cabeza de familia y adultos mayores. Pero el municipio no sabe siquiera cuántas propiedades tiene. ¿Seis mil? ¿Siete mil? Desde lo municipal es posible crear prosperidad democrática. Los ejemplos abundan. Ya habrá lugar a referirnos a ellos. De momento, cito dos. Londres, es propietario de 700 mil viviendas municipales, y Viena de 220 mil. Este es uno de los secretos de su paz y de su seguridad. ¿En Ibagué se puede? ¡Por supuesto que sí! Más aún, se necesita con urgencia ante el marchitamiento de su economía y su desolador panorama social. Aumentan la pobreza monetaria, el desempleo, la informalidad…y el éxodo de jóvenes. Este debate es apasionante.    

GUILLERMO PEREZ FLÓREZ

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