Cuestión de principios

Guillermo Pérez Flórez

Desde el pasado 28 de junio, cuando me retiré de la coalición ‘Unidos por Ibagué’ (por sustracción de materia), dije que entraba en un periodo de reflexión y de consultas respecto a si me presentaba como candidato a la alcaldía. Ha llegado la hora de tomar una decisión. Antes, sin embargo, quiero compartir algunos hechos y consideraciones tenidas en cuenta para hacerlo.
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Ibagué y el Tolima atraviesan una etapa de decadencia. Es de tal magnitud, que amenaza el futuro de cientos de miles de personas y de pequeñas empresas. Mucha gente no lo sabe, y quienes sí, prefieren ignorarlo, en un acto de negación, indiferencia y falta de compromiso. Están felices en su burbuja. De allí mi interés en conversar con diversos sectores para tratar de construir una visión compartida y una propuesta que le diera a Ibagué un nuevo rumbo. Por ello, en respuesta a las fuerzas políticas que me invitaron a participar del proceso político, afirmé que estas elecciones tienen carácter territorial y que sería un error convertirlas en una prolongación de las presidenciales y dividirnos por política nacional. Así lo reiteré ante un partido que inicialmente me ofreció apoyo, y también en un mensaje a los amigos del Frente Amplio. La situación requería poner a Ibagué por encima de los intereses partidistas y personales, definir cuál es la ciudad que queremos, y la forma de gestionar el gobierno. Cambiar la manera de hacer política. Convencido de que es la politiquería la que tiene jodidos a Ibagué y al Tolima. Desafortunadamente, esto no se entendió.

Esta semana conocí que el Nuevo Liberalismo, motivado por una rencilla en Bogotá, había sellado una alianza con un sector al que considero corresponsable de esta crisis, y cuyas prácticas están en las antípodas de lo que pregonaron Luis Carlos Galán y Rodrigo Lara. Ese partido es un aliado clave del alcalde Hurtado y del grupo que mangonean en la Gobernación y en Cortolima. Tal decisión, me refundía entre esa marea de politicastros que siempre he criticado, desde 1982, cuando fundamos el partido en el Tolima. A partir de ahí, seríamos uno más. Entonces renuncié a su militancia. Es cuestión de principios.

Conocido el hecho, la Liga de Gobernantes Anticorrupción, en un acto de generosidad, ofreció darme aval para inscribirme. Como es de público conocimiento, no voté por el ingeniero Rodolfo Hernández. De manera que valoro y agradezco su propuesta y las palabras de reconocimiento a mi nombre. No tengo problema de aval. Sin embargo, he decidido no aceptarlo porque creo que enderezar el rumbo de la región y de la ciudad jamás será obra de una sola persona, sino de una amplia convergencia, de un liderazgo colectivo, que hoy pareciera imposible. No quiero contribuir a fragmentar el electorado ni a facilitar la victoria de los clanes. Además, podría percibirse como incoherente que me bajara de un caballo para subirme en otro, de diferente raza y color, de un día para otro. Aunque las razones sean totalmente legítimas.

Agradezco, de corazón, a quienes desinteresadamente me expresaron su respaldo. Los astros no se alinearon. Por algo será. O mejor: “La culpa es de uno, cuando no enamora. No de los pretextos”. En cualquier caso, quiero que sepan que mi compromiso con esta tierra continúa intacto. Seguiré trabajando, con devoción, como un simple ciudadano más.   

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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