“La soberbia”, una pésima consejera

Hugo Patarroyo Murillo

Los tolimenses, no somos ajenos a lo que sucede actualmente en el país. Ni más faltaba. A esa cascada de descontento socio-económico, se suma la incertidumbre producida con el tema sanitario en el mundo. Y, para colmo de males, aparece “un sabio” de esos bogotanos (léase Minhacienda), echándole “gasolina de avión” (que es, la de más octanaje) a la hoguera colombiana.
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Razón tenía un periodista de “El País” de España, titulando un artículo “Un polvorín, llamado Colombia”, en el que el columnista realizaba un concienzudo análisis de la realidad política nacional. El articulista Javier Lafuente, hace pocas semanas decía en el diario madrileño: “La tensión se palpa en el ambiente, también en las conversaciones, como las mantenidas recientemente con una serie de altos dirigentes políticos y analistas que dan pie a una serie de claves para vislumbrar el incierto próximo año”. Ni más ni menos. De igual forma, el exministro Álvaro Leyva Durán, va más allá y, propone a los Congresistas, y bajo el encabezamiento histórico de “Regeneración o catástrofe”, un anticipo de las elecciones  presidenciales “como antídoto que, pone fín, a la desazón de la nación”.
Pero…  el “almendrón”, se localiza es en el Ejecutivo.

Para bien o para mal, y tal vez, con base al “presidencialismo” que hemos vivido durante toda la vida,  el colombiano medio piensa que todo tiene que ver es con el Presidente. Las “ías” (Fiscalía, Contraloría, Procuraduría) para los connacionales, no existen como entes independientes. Así no sea cierto, “todo se maneja desde la Casa de Nariño”. La división de los poderes de Montesquieu, se borró para los compatriotas. Mejor dicho es sobre los hombros del Presidente, donde recae la institucionalidad del país. De allí que, las decisiones que tome el Primer Mandatario, son cátedra para muchos individuos. Eso de que sea el Congreso el que decida, no se entiende en ciertos momentos. Suena poco raro, más bien, arrogante, por no decir soberbio. Son jugadas que a la gente, les deja un mal sabor. Como si les estuvieran “mamando gallo”, para utilizar términos de García Márquez.

Hoy en día, tenemos sobre el tapete, una reforma tributaria que, con algún otro nombre más sonoro, quiere gravar o imponer tributos que no son de buen recibo, para amplios sectores de la  sociedad colombiana. ¿Para qué sacarle sangre a un enfermo en una ¿UCI? ¿Qué les cuesta retirar el proyecto?  ¿No quedan mejor, “interpretando el sentimiento popular” (así sea de dientes para afuera) que, de paso, deja sin piso (parcialmente, claro está) a los promotores del paro? Una actitud como esta que, no se percibiría como debilidad, sino como grandeza, será de muy buen recibo en la sociedad colombiana.

Acciones  como la anterior,  sumadas a Decretos presidenciales, que de verdad “aprieten”  a los corruptos, van a ser muy bien vistas por la opinión colombiana. La sociedad ha superpuesto el tema de la corrupción, por encima de su bienestar en salud (interés del 93%, según la última encuesta de Invamer-Gallup). Es increíble, frente a una disyuntiva tan compleja, que los colombianos  tomaran ya partido: les importa más la protesta masiva contra los corruptos y los nuevos impuestos, que  su propia salud y la de su familia. De no creer !!!
Adendo: Según Google (el Diccionario Larousse de hoy en día) son sinónimos de “soberbia” entre otros: altanería, arrogancia, engreimiento, vanidad, jactancia, impertinencia, pedantería, endiosamiento…

HUGO PATARROYO MURILLO

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