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¿En qué mundo vive el presidente? A pesar de la gigantesca desigualdad y exclusión social existente en la nación, para él, por el contrario, ésta se ha reducido como un resultado concreto de sus políticas. Responde en sus entrevistas que la desigualdad siempre ha estado presente y henchido de orgullo manifiesta que “el gobierno hizo crecer de 3 a 10 millones el número de familias que son beneficiarias de programas sociales”. Debemos creer entonces que las causas objetivas del estallido social del 28 de abril de 2021 son una creación perversa y malintencionada de la oposición seguramente.
¿En qué mundo imaginario ocurrió que este fue un gobierno jugado por la paz? Los hechos han sido tozudos. Hubo un desfinanciamiento a la implementación del acuerdo de paz, tanto así que la Comisión de la Verdad ha funcionado con un gran aporte de la cooperación internacional especialmente recursos de la Unión Europea. Además, debemos recordar la encarnizada oposición a la Jurisdicción Especial de Paz -JEP-, a través de las objeciones presentadas al congreso. ¿Paz con legalidad?, lo que tenemos es todo un reciclaje de la guerra, arreciaron las amenazas, asesinatos y desplazamientos de líderes y comunidades de la Colombia profunda. Tenemos unas disidencias de las Farc en expansión, un Clan del Golfo desafiante y un Eln fortalecido. ¿Avanzamos en la paz?
¿En qué espacio de la imaginación tuvimos un gobierno jugado por el ambiente? Persistente en su intención de volver a la fumigación con glifosato para el control de los cultivos de coca, abandonó el Plan Nacional de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito a pesar de los compromisos y concertaciones con las comunidades cocaleras en el contexto del acuerdo de paz. Obsecuente con los intereses de las empresas petroleras ha insistido en la aplicación del fracking para la extracción de hidrocarburos sin importar los daños al ambiente, especialmente la contaminación del recurso hídrico subterráneo. Duque es ambientalista en los escenarios internacionales y depredador en el ámbito nacional, ni siquiera ha tenido un compromiso serio y responsable con el Acuerdo de Escazú que ha naufragado reiteradamente en el congreso de la República.
Le quedan un poco más de dos meses para que finalice este gobierno, no hubo poder alguno que conectara a este mandatario con la realidad de un país que reclama a gritos profundas reformas sociales, una sociedad que reclama por la consolidación de la democracia y la paz, una nación que defienda su ambiente y su soberanía.
Este próximo 29 de mayo tendremos la oportunidad de elegir un mandatario que tenga un compromiso con la ciudadanía, especialmente los excluidos, un gobernante que tenga sintonía con la realidad, un presidente que le apueste al cambio y sobre todo que no viva en un mundo imaginario. Elijamos bien.
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