A finales de esta semana, 29 y 30, más de mil ganaderos delegados de todas las regiones del país, se reunirán –como cada dos años– en el 33 Congreso Nacional de Ganaderos que se celebrará en Santa Marta.
Los diálogos con las FARC contribuyeron, irónicamente, a descongelar el debate sobre la política rural al más alto nivel del Estado y sus instituciones. Lamentable que hubiéramos tenido que esperar otro acercamiento con las guerrillas para ganar su atención y visibilizar las reiteradas demandas del sector.
La mesa estaba servida, el momento cumbre e ideal el escenario, el que jamás soñó las FARC, para darse un respiro político y un baño de popularidad, después de más de una década de ostracismo internacional, desde cuando fue proscrita como una organización terrorista. Pero en realidad, la retórica de Márquez no sorprendió ni convenció.
Tras el encuentro de esta semana en Oslo, el Congreso radicará, casi de inmediato, los primeros proyectos reglamentarios del Marco Jurídico para la Paz e iniciará el conteo regresivo -de cuatro años que otorga la enmienda constitucional- para regular la materia y alcanzar la paz negociada.
El preámbulo de los diálogos de paz, ha servido para volver a identificar el errático discurso de las FARC en torno al tema central de las negociaciones: la “tierra”.
Los resultados de las encuestas realizadas en las últimas semanas por Invamer Gallup o Ipsos-Napoleón Franco, revelan la otra cara que se oculta tras la euforia por los diálogos de paz con las Farc. Si bien la mayoría de los grandes empresarios acepta los acercamientos, otro es el ánimo cuando se consulta por sus costos y su verdadera disposición al sacrificio, contante y sonante, por la paz. Todo