Adiós a Chávez

Con la muerte de Hugo Rafael Chávez Frías, la avanzada democrática del mundo ha sufrido una de sus mayores pérdidas.

Inspirado en el ideal del Libertador de construir una patria grande, con el mayor grado de felicidad para todos sus hijos, el Comandante Chávez, desde muy joven, se dio a la tarea de prepararse para el que terminaría siendo el acontecimiento político más importante de nuestro continente, después de la Revolución Cubana: arrebatarle el poder político a las oligarquías venezolanas para ponerlo al servicio de su pueblo.
 
Siendo integrante del Ejército de su país, fundó en 1982 el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200 (MBR200) en respuesta a las preocupaciones causadas por la utilización de las tropas contra el movimiento popular, la cual tendría su clímax en el Caracazo de 1989. Apoyado en las fuerzas de este Movimiento, en 1992 intenta un golpe de Estado, pero cae preso, situación de la que solo se verá libre, dos años después, merced al indulto decretado por Rafael Caldera. Ya en libertad, pero con el ascendiente social que le generó la gesta heroica del golpe, vendría la continuidad en la búsqueda del poder, pero mediante la papeleta electoral. Así llegó a la Presidencia de la República en 1998 para relevar a las oligarquías en la conducción política del país y darle inicio a la Revolución Bolivariana.
 
Que no tuvo un ejercicio fácil del poder lo demuestran las mil vicisitudes que se le presentaron durante los 13 años que estuvo al frente de él: Un golpe de Estado, un paro petrolero y las muchas sindicaciones sin fundamento de estar al servicio de intereses ajenos son solo algunas de las más dramáticas emergencias que tuvo que padecer. Pero de todas, tal vez la que deja al desnudo en forma más descarnada la vileza de sus enemigos es la criminal censura de que fue objeto por los generosos intercambios que realizaba con otros pueblos hermanos, de los cuales recibía indispensables servicios para los venezolanos, como los que Cuba brindaba en salud, educación y asistencia cultural y deportiva, a cambio de petróleo a precios subsidiados.
 
Pese a tantas dificultades, nunca desfalleció; siempre estuvo dispuesto a afrontarlas; eso sí, apoyado en su pueblo, que ni siquiera lo desamparó en los tenebrosos momentos del golpe que lo sacó del poder por tres días, además de que le brindó enormes triunfos electorales con los que le avaló su marcha inexorable al Socialismo del siglo XXI.  
 
Hoy, el pueblo venezolano llora la muerte de su líder, pero también celebra su ingreso a las páginas de la historia, donde ocupará un sitial de honor al lado del Libertador.
 
¡Gloria eterna, Comandante¡

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

Comentarios