Resultados electorales

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El pasado resultado de las urnas fue muy claro: ¡La democracia perdió de nuevo! De un total de 32 millones 835 colombianos aptos para votar, solo lo hicimos válidamente 12 millones 177 mil, los unos en respaldo a los candidatos de nuestras querencias, los otros en protesta mediante el voto en blanco. Este caudal solo representa el 36.01 por ciento del potencial electorado, y si agregamos que los votos en blanco representaron el 5,2 por ciento, la conclusión debería darnos pena: los elegidos solo representan al 30,79 del censo electoral.

Cuando pierde la democracia, el gran damnificado es el pueblo, que no solo desaprovecha la oportunidad de poner el poder político a su servicio, sino que permite que sea esa casta social que le oprime la que lo siga utilizando para eternizar los privilegios originados en el régimen de opresión que encarna el capitalismo.

Claro que eso de desaprovechar la oportunidad es un decir. El pueblo siempre encontrará cargado de dificultades el camino hacia el poder, como los mil problemas que vimos en este debate electoral, incluido el abaleamiento de un líder que acompañaba a Nelson Moreno en su campaña a la Cámara por la Unión Patriótica.

De allí que una campaña electoral para la izquierda implique no solo encarar la falta de recursos, la compra de votos, la carencia de consciencia ciudadana, el constreñimiento a los electores, los oídos sordos y la vista gorda, además de las tergiversaciones y engaños, de los grandes medios de comunicación, pero también, y tal vez con una mayor significación e importancia que todos los problemas mencionados, el tener que poner en riesgo la integridad física y la vida misma por parte de quienes participan en la agitación de ideas de izquierda, que son ideas de paz, de democracia y de justicia social.

¿Qué raro puede haber, entonces, en que al nuevo Congreso hayan vuelto los mismos, aunque camuflados tras nuevas caras? A eso ya estamos acostumbrados. A lo que no nos acostumbraremos es a la presencia de para y narcopolíticos, que, según León Valencia, un analista político que tiene por qué saberlo, continuará copando el 33 por ciento de las curules, lo cual habla muy mal de la calidad moral de los partidos oligárquicos que han avalado a estos especímenes que hacen del Congreso un antro que a todos debería cubrirnos de vergüenza.

Pero no todo fue pérdida. A pesar de que la Unión Patriótica no logró volver al Congreso, celebramos complacidos los 10 escaños senatoriales que suman el Polo y la Alianza Verde, así como los nueve de la Cámara. Ellos sabrán batirse en defensa de lo que el pueblo necesita.

Credito
RODRIGO LÓPEZ OVIEDO

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