Un debate contraproducente

Rodrigo López Oviedo

A propósito de la revisión que la Corte Constitucional ha de dar al Acto Legislativo que estableció la refrendación de los acuerdos de La Habana mediante plebiscito, es útil recordar la vehemencia con que las Farc insisten en que el mecanismo sea fruto de las conversaciones en la Mesa, y no de las imposiciones oficiales.

Hay en esta posición una lógica incontrastable. Si uno de los puntos que permitieron la apertura de las conversaciones fue el relacionado con los mecanismos de refrendación, a este punto debe dársele el mismo tratamiento de los demás, y desembocar en un acuerdo “vinculante”. Otra cosa es que Santos, temeroso de las presiones de la derecha, o incluso para favorecerles sus intereses, opte por poner al proceso un obstáculo soterrado en este aspecto.

Pero además de la justeza del anterior reclamo, debería haber también preocupación de parte de la ciudadanía por la actitud de algunos que dicen estar de acuerdo con la paz, pero no actúan de conformidad con ello, y prefieren que sea el morbo de su ego sectario el que se exprese en sus acciones, lo que les impide ser afluentes de la unidad que potencie el efecto del esfuerzo de todos en respaldo al proceso.

Esta no es una preocupación en abstracto. En la pasada Cumbre Regional por la Paz, que reunió en Ibagué los pasados 29 y 30 de enero a 302 delegados de Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Quindío, el problema de la refrendación fue tal vez el más discutido al momento de redactarse la Declaración Final. Y aunque hubo posiciones en el sentido de impulsar el mecanismo que se acuerde en La Habana, cualquiera que sea, las hubo también orientadas a no pronunciarse sobre tan importante aspecto hasta tanto no se llegue a un consenso popular. Quienes esto manifiestan deberían pensar en lo difícil que ha sido para el movimiento popular alcanzar algunas formas de unidad, así sea con disensos, y lo imposible que sería encontrar un consenso en este aspecto tan controversial.

A los verdaderos amigos de la paz les corresponde ayudar a que los pocos pasos que faltan para finiquitar las conversaciones puedan darse sin tropiezos. Esto no solo implica defender los acuerdos, sino también el mecanismo que se adopte para la refrendación. Mal haríamos en decir que sí apoyamos los acuerdos, pero no la forma de refrendarlos. Sostener una discusión sobre este aspecto después de que Gobierno y Farc lo hayan superado, no sería más que ponerse del lado de la derecha con fraseología de izquierda.

Estamos, entonces, ante un debate contraproducente, del cual ojalá podamos salir muy pronto. ¡Que así sea!

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