Incongruencias

Rodrigo López Oviedo

Una de las características menos pronunciadas en el presidente Santos es la de ofrecer lo que después no pueden cumplir. Ha habido cierta coherencia entre sus promesas y sus realizaciones, pero ello no significa que no dejen de registrarse incumplimientos que a la postre le van clasificando como un integrante más de esa fauna que tiene copados los escenarios políticos del país.

En prueba, un ejemplo. Alguna vez, en campaña electoral, se le escuchó decir que podía esculpir en mármol su promesa de que en su gobierno no habría nuevos impuestos, lo cual dio para que muchos incautos votaron por él con la creencia de que ello significaba que tampoco se incrementarían los impuestos existentes.

Pues estos ciudadanos deben estar mascullando su frustración, pues la reforma tributaria que se nos tiene anunciada, además de contener normas para modernizar el Estatuto Tributario, también incrementará el IVA, lo extenderá a nuevos productos y quién sabe cuántas perlas más, siempre en perjuicio de los más pobres.

Y otro ejemplo. Ante uno de los muchos impases por los que ha pasado el proceso de paz, el propio Santos emplazó a las Farc a llegar al acuerdo definitivo el 27 de marzo, pues de lo contrario levantaría sus bártulos poniéndole fin a los diálogos. En ese momento, el Presidente creía que dialogaba con una guerrilla derrotada, que correría horrorizada a buscar la firma del acuerdo que fuera, con tal de poder salir decorosamente del monte.

Ahora, en las postrimerías del plazo que impuso y al ver que el pavor nunca llegó a los guerrilleros, el mismo Santos apela a la mala memoria de los colombianos y, olvidando él mismo que el plazo fatal que impuso fue un ultimátum irresponsable, tuerce la hoja pensando que es preferible correr la fecha a firmar un mal acuerdo e, incluso, a arriesgar su Nobel de Paz.

De esta forma actúa nuestra clase dirigente. Lástima que tan deshonesta actuación se haga sentir también, sin ninguna vergüenza, entre algunos dirigentes que se dicen de izquierda, los cuales, ya en el poder, se olvidan de quienes los llevaron al solio correspondiente, tuercen sus promesas de campaña y actúan en beneficio de otros intereses. El doctor Guillermo Alfonso Jaramillo, por ejemplo, hasta el momento no ha dado muestras de serle fiel a sus promesas de campaña.

Las iniciativas tributarias que llevó al Concejo nunca hicieron parte de sus discursos electorales, tampoco su estatuto de valorización y menos que conformaría un gabinete con personajes avalados solo por el brillo de sus hojas de vida, sin importar su filiación. Pero se equivoca. Pese a tal brillo, son varios los proyectos devueltos por el Concejo.

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