Lo que ha de venir con los acuerdos

Rodrigo López Oviedo

Partiendo de que sí lograremos el acuerdo a partir del cual comenzará la construcción de la paz estable y duradera, bien vale la pena reseñar algunas tareas en cuya ejecución deberá comprometerse el movimiento popular, si quiere que ese generoso surtidor de soluciones contenido en los acuerdos llegue a todas las parcelas y hogares de la patria, cicatrizando las heridas producidas por cerca de 80 años de guerra contra los colombianos.

La primera tarea no puede ser otra que la de comenzar a descubrir en la letra menuda de los acuerdos el prodigioso universo de compromisos a que ha tenido que acceder el Gobierno con tal de salir airoso en una promesa de paz que, al adquirir la dinámica que hoy tiene, terminó casi que blindada ante cualquier propósito de incumplirla.

Claro que cuando decimos “casi que blindada” tenemos que utilizar las comillas, pues bien sabemos lo fácil que le ha resultado a Santos deshacerse de los compromisos que ha suscrito, lo cual nos da una idea de la ninguna resistencia moral que puede hallar en su corazón cuando quiera que a su mente llegue el propósito malsano de deshacerse de los compromisos que todavía no ha firmado.

Pero bien, confiemos en que toda la alharaca que ha hecho por el mundo en relación con este proceso sea suficiente para disuadirlo de una nueva reculada y que seguirá adelante hasta llevarlo a su ratificación.

En este caso, la segunda tarea, que tendremos que adelantar al tiempo de la primera, es la de conquistar adherentes para tal ratificación, cualquiera que sea el mecanismo que se acuerde en La Habana, pero siempre presionando para que ojalá se haga a través de una Asamblea Nacional Constituyente de nuevo tipo, suficientemente democrática, representativa, incluyente y, sobre todo, alejada de toda esa partidocracia que tanto freno le ha puesto a la conquista de un buen vivir en Colombia. Solo a través de una Asamblea Nacional Constituyente con tales características podremos avanzar con respecto a la recortada Constitución del 91.

Y, paralelo a lo anterior, debe impulsarse el más entusiasta y profundo robustecimiento de las organizaciones sociales, y el más sincero compromiso de estas de convertirse en gestoras de la nueva Colombia que está dibujada en los acuerdos.

Si no hay organización popular defendiéndolos ni voluntad para demandar del Estado su concreción, todos los esfuerzos realizados, incluidos los que efectuó la insurgencia y que la llevaron a ganarse el reconocimiento nacional e internacional de que hoy disfruta, habrán sido en vano.

La gran tarea es, entonces, ponernos todos en línea para lograr que estos esfuerzos no se pierdan.

Comentarios