Rompiendo fuente

Rodrigo López Oviedo

Lo de este lunes en Cartagena bien merece ser visto como una primera refrendación de los acuerdos de La Habana. La asistencia al evento de las más importantes personalidades del mundo occidental, además de la ONU, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, si bien no los blinda, sí les genera una cierta protección, que a ninguna de las partes le conviene violar, y una esperanza de que lo pactado se respetará.

Dicho en otros términos, la paz en nuestro país está rompiendo fuente. Su nacimiento depende solo de la definitiva refrendación que realizaremos este 2 de octubre al decir Sí en las urnas a los múltiples compromisos contenidos en las 297 páginas del acuerdo final, con lo cual se abrirá la puerta a los espinosos trámites legislativos que eleven lo convenido a normas de obligatorio cumplimiento.

Será este el momento en el que comenzarán a verse cuán sinceras han sido las intenciones de paz del establecimiento y cuán dispuestas están a permitir que se desarrolle la criatura nacida el 2 de octubre.

Por fortuna, casi podríamos decir que este proceso está llegando a un punto de no retorno. Son tantos los beneficios recíprocos acordados en los preliminares de la firma definitiva que difícilmente alguna de las partes podrá echar pie atrás sin verse sometida a que la contraparte y los testigos garantes le cobren con intereses los incumplimientos.

Claro que estos temas ya han sido abordados repetidamente, lo cual no quiere decir que se deje de insistir en ellos. Por ahora, sigamos trabajando hacia la victoria del próximo 2 de octubre, día en el que todos nos volcaremos a las urnas a protocolizar nuestros anhelos de paz y a dejar abierto el camino para transitar libremente hacia la construcción de la justicia, la equidad y la democracia, sin las cuales no podrá haber más paz que la de los sepulcros.

Pero debe ser una victoria contundente. No olvidemos que aún hay un buen número de ciudadanos indecisos a quienes no es que la paz les sea indiferente. Es que han sido víctimas de las campañas de confusión y tergiversación emprendidas por la derecha. Ganar adeptos en esta franja convertiría el triunfo del Sí en un mandato al que ningún gobernante podría eludir sin tener que sufrir la fuerza de la resistencia social.

Estamos, pues, en los días previos al alumbramiento de la paz, y debemos rodear el parto de las condiciones más favorables. La mejor manera de lograr que así sea es conquistando muchos nuevos adherentes para el Sí. Solo nos queda esta semana para lograrlo, pero lo lograremos. Las presentes y futuras generaciones lo demandan.

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