Movilizaciones para conseguir la paz

Rodrigo López Oviedo

La paciencia se agota. Las movilizaciones callejeras de miles de ciudadanos que por todo el país reclaman la definitiva puesta en marcha de la paz, cuyos cimientos se definieron en La Habana, son el indicio más claro del agotamiento que la guerra nos ha causado a los colombianos, tras tres generaciones que la hemos sufrido, y lo dispuestos que estamos a ponerle fin a esa desdicha.

Incluso, el uribismo ha comenzado a ver que de su mazorca se desgranan importantes colectividades, ahora convencidas del engaño con que fueron llevadas a las urnas y de la falta de propuestas de su jefe que sean realmente alternativas a los Acuerdos de La Habana. Esas masas terminaron corroborando que la tesis de campaña de que el voto por el no era solo un reclamo para que se mejoraran los acuerdos tenía más bien el propósito de crear condiciones para oponerse después a su implementación, si perdían el plebiscito, o para desnaturalizarlos, si lo ganaban.

Pues ganaron y quedó a flor de piel que no tenían ninguna propuesta de mejora, y que en cambio irían por el desmonte de todo lo esencial de lo acordado. Haberse apercibido de ese monstruoso engaño es lo que ha llevado a muchos de los que respaldaron esa opción a sumarse a las movilizaciones “de los otros”, es decir, de los que estamos convencidos de que hacia la paz inmediata es hacia donde debe orientarse el rumbo que debe emprender el país y exigimos hundir el acelerador hacia tal objetivo.

Santos ya conocía la malévola estrategia de la oposición, y no le hizo frente cuando debía. En lugar de realizar eficaces campañas difusoras de los acuerdos, dejó que el país fuera enredado en el engaño, y hoy está sufriendo las consecuencias de ese error, pero también del error de haberse dejado llevar por su arrogancia, que le hizo imponer el plebiscito como medio de ratificación de los acuerdos.

Lo peor es que esas consecuencias nos toca sufrirlas también a los demás colombianos, que por fortuna no nos resignamos a la negra suerte de otra media centuria de muerte. De ahí las masivas movilizaciones del presente, y de ahí lo que vendrá después si el Presidente y su equipo no se salen de ese irracional ‘stand by’ en el que estamos y nos devuelven la confianza en un futuro de paz.

Y lo que vendrá será un nuevo paro nacional en el que la consigna fundamental será la paz, pero también el rechazo a todas las medidas que se han venido implementando, o que tienen por implementar, como la Ley Zidres y la reforma tributaria.

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