Lo que falta

Rodrigo López Oviedo

Lo que viene sucediendo en Venezuela es la más radicalizada expresión de lucha entre una oligarquía que se niega a sucumbir ante la fuerza popular, y unos sectores populares que, luego de despertar de un letargo de décadas, han encontrado la forma de conducir su historia sin el patronato oligárquico.

Han sido muchas las manifestaciones de ese enconado enfrentamiento, pero una de las más recientes fue la ridícula decisión de la Asamblea Nacional, urdida por los sectores neofascistas de esa oligarquía, con la cual pretendieron sacar dividendos de un periplo de Nicolás Maduro por el exterior, mediante el cual buscaba mejorar las estrategias internacionales de explotación y comercialización del petróleo. En lugar de aplaudir esta patriótica gestión, promovieron en su contra una aberración jurídica denominada “juicio político”, con el cual buscaban seguir creando condiciones para un golpe de Estado y ponerle sordina a las críticas que ya han comenzado a sentirse ante los muchos desaciertos cometidos en la conducción del proyecto revocatorio contra el mandatario venezolano.

Bien conocida es la forma como el pueblo venezolano respondió a los odiosos planes que se encubrían tras el tan mal llamado juicio político: una visita bien coordinada, aunque pacífica, a la sede misma de la Asamblea Nacional, en la cual no se produjo ningún hecho que lamentar; una multitudinaria y espontánea manifestación de recibimiento a Nicolás Maduro, pero también de rechazo al reaccionario proyecto golpista; y otras movilizaciones no menos nutridas, aunque sí programadas, en respaldo a la revolución heredada de Rafael Chávez y continuada por el actual Gobierno. Y ante tales movilizaciones populares, qué poco despliegue noticioso merecieron, y qué harto las de la derecha, también nutridas, aunque no tan espontáneas.

Estamos, pues, ante lo que un ingenuo periodista denominó “dimes y diretes”, pero que en realidad es una abierta confrontación por el poder gubernamental entre quienes lo han perdido y pugnan por recuperarlo y los que hoy lo tienen y lo han puesto al servicio de las grandes mayorías. Este hecho de estar al servicio de las grandes mayorías es lo que, en esencia, le da carácter democrático al gobierno venezolano, y es lo que hace justa su defensa. Pero ese carácter democrático hay que incrementarlo de manera constante, y eso se logra elevando la participación popular en el control de cada vez más instancias de gobierno y de control y en la toma de decisiones. No de otra forma podrá garantizarse que el proceso pueda resistir los embates que hasta hoy hemos visto, y que solo tienen el propósito de llevar a Venezuela a una dictadura, utilizando el señuelo de querer recuperar el país para la democracia.

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