Santrich y el proceso de paz

Rodrigo López Oviedo

Jesús Santrich es el seudónimo que este exguerrillero adoptó hace 25 años al ver asesinado a su amigo de igual nombre, lo que lo llevó a ingresar a las FARC-EP, como lo hicieron muchos otros militantes de la UP ante el exterminio que ya por ese entonces venía sufriendo ese Partido.

Jesús Santrich, integrante de lo que fue el Estado Mayor de las Farc; Jesús Santrich, uno de los más enconados defensores de las posiciones más avanzadas en La Habana; Jesús Santrich, el poeta, el admirador de Bolívar y Martí, de Joyce, Beethoven y Rembrandt. Ese Jesús Santrich ha sido preso para extraditarlo a Estados Unidos ante una presunta “conspiración para exportar cocaína” al cartel de Sinaloa.

Una inquietud que surge de este hecho es la siguiente: siendo Sinaloa uno de los 31 Estados mexicanos, ¿por qué razón Estados Unidos se entromete en este asunto que de ser cierto, debería dirimirse entre México y Colombia? ¿Será por ese grado de dependencia al que nos tiene sometidos el tío Sam con la complicidad de nuestras oligarquías?

Lo cierto es que lo sucedido es un pérfido atentado contra Santrich, que merece los peores calificativos, sobre todo por la falsedad que entraña dada la condición de vigilancia extrema a que han estado sometidos él y todos los demás pesos pesados de las Farc. Imposible que sabiendo de los mil ojos que los organismos de seguridad del Estado tienen puestos sobre ellos, Santrich se dedicara a realizar los hechos que le sindican.

Pero el objetivo final de tal sindicación no es solo la cárcel para Santrich, es también un atentado contra el proceso de paz, cuya implementación ha venido haciendo agua desde un comienzo. En ello tiene metidas sus garras la poderosa industria armamentística norteamericana, que está preocupada por la desaparición del nicho de mercado que teme pueda llegar si se consolida dicho proceso.

Hasta dónde esta detención puede ser causa de erosión en el movimiento guerrillero, es cosa que está por verse. Es probable que parte de la guerrillerada de ayer, que hasta hoy ha estado buscado reincorporarse a la vida ordinaria, opte por volver a las armas ante los notables avances de quienes quieren hacer trizas los acuerdos.

Por fortuna, la alta dirección del movimiento continúa convencida de que la paz es uno de los más preciados bienes que el pueblo colombiano aspira a conseguir, y continúa dispuesta a seguir empujando el carro hacia ese objetivo. Pero no lo podrá conseguir sola por más que cuente con el respaldo de todos sus muchachos. Tan anhelado fin solo podrá alcanzarse con el concurso de todos los colombianos.

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