Carlos Lozano Guillén

Rodrigo López Oviedo

Carlos Arturo Lozano Guillén, un incansable luchador por el cambio social, la paz y el socialismo, ingresó este pasado 24 de mayo al libro de la historia colombiana. Esa historia, tacaña con quienes mueren como si nunca hubieran vivido, le ha abierto sus páginas en reconocimiento por haber hecho de su vida un compromiso nunca quebrantado y evidenciado a través del impulso a muchas iniciativas que buscaban trastocar el orden social imperante para construir otro más acorde con las necesidades de su pueblo.

Carlos Arturo Lozano Guillén fue un revolucionario cabal. Sacudida su primera juventud por la incipiente rebeldía de los campesinos contra la agobiante violencia terrateniente y por los anhelos de cambio de una juventud estudiosa que ya en Córdoba había dejado rastros de inconformidad ante unas estructuras universitarias que no salían del medioevo, Carlos Arturo Lozano comenzó a sentir el impulso hacia un compromiso social del que no se desprendería nunca.

Carlos Lozano percibió la presencia de muchachos animados por similares inquietudes, inquietudes las cuales los instaban a actuar como si estuvieran poseídos por un fantasma que los inducía a rechazar lo existente y a preconizar el advenimiento de un nuevo tipo de sociedad, sin opresores ni oprimidos. Eran jóvenes comunistas, y él se hizo comunista. Lo que de allí siguió fue un interesante periplo en el que sufrió y vio sufrir a su pueblo la barbarie de la injusticia, de la represión y del crimen organizado contra sus más vitales intereses.

Nunca hizo alardes retóricos para ganar aplausos; y si su palabra se hizo digna de encomio, fue por su claridad, por su propósito esclarecedor, por estar inspirada en los más grandes ideales sociales y por ser expresión de un acopio de virtudes cuya existencia solo es posible en aquellos que, de ser necesario, son capaces de renunciar a todo en aras de sus ideales.

Así como su palabra, también fue su práctica social. Escrutando las ideas más afines a sus propósitos, escogió las del marxismo, suma teórica y práctica de lo más conveniente para la humanidad, con las cuales se consagró al cambio social y al logro de la paz, convencido de que alcanzarla solo es posible bajo un régimen social que acerque al pueblo a un estado de buen vivir. En fin, su vida fue la del revolucionario que incansablemente educa y organiza a su pueblo en los más altos ideales, entre los cuales el socialismo manifiesta su singular importancia.

Así era Carlos Arturo Lozano Guillén, y más. La admiración que despertó en nosotros por sus hechos es la misma que despertará entre quienes han de venir después. Paz en su tumba.

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