El triunfo está cerca

Rodrigo López Oviedo

Cuando Cristo exhalaba sus últimos alientos dijo: ¡Todo está consumado! Eso es lo que la derecha hubiera querido oírle decir a Gustavo Petro al reconocer el triunfo de Iván Duque en su carrera por la Presidencia de la República. Lamentablemente para ella, no todos los deseos se cumplen. El vigoroso discurso que pronunció Petro al concluir la contienda deja claro que seguirá pisando duro por el camino que lo llevará en el 2022 al solio presidencial.

No obstante, lo autonomista que resultó el discurso triunfal del Presidente electo, su gobierno jamás intentará separarse de lo que le digan Uribe y sus asesores (los de ambos), que en definitiva no se apartan un ápice de lo que creen deber hacer para preservar los intereses oligárquicos que él ahora representa.

Aunque puede atenuar un tanto la campante corrupción de que se han beneficiado él y quienes le soplan al oído, continuará haciendo trizas el proceso de paz y reprimiendo la protesta social; la privatización de los bienes públicos seguirá su curso, al igual que los servicios a que los ciudadanos tienen derecho; no habrá obstáculos a la tercerización de la vida laboral y seguirán imparables muchas otras cosas nefastas que el pueblo bien conoce.

Pero no nos preocupemos. Todas esas políticas son el caldo de cultivo para la protesta popular, que ha comenzado a evidenciarse, y de qué forma, en las urnas. Esas políticas han generado resistencias y alimentado el discurso de la oposición, pero nunca antes habían sido capitalizadas de la manera como Gustavo Petro lo viene haciendo hoy.

Esos ocho millones de electores que resultaron seducidos por su discurso constituyen un inmenso patrimonio político y un inmejorable punto de partida hacia los próximos comicios electorales, en los cuales se elegirán los relevos a los actuales alcaldes y gobernadores y conformarán las nuevas nóminas de asambleas y concejos. Son un inmenso caudal que producirá gran ruido en las elecciones parlamentarias de 2022 y ni qué decir en las presidenciales del mismo año.

Pero eso no se producirá por arte de birlibirloque. Los dirigentes de las distintas vertientes del petrismo saben lo necesario que es comenzar por la organización puntual de los seguidores en cada barrio y vereda y la traducción del programa de la Colombia Humana al lenguaje de las necesidades locales, sin perder de vista el panorama nacional.

Son solo cuatro años los que nos separan del momento en que arribe a la Presidencia de la República Gustavo Petro Urrego, o quien esté dispuesto como él a convertir el programa de la Colombia Humana en plan de gobierno. La tarea es grande. Hay que comenzarla ya.

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