¿La educación que se imparte en el Tolima, es la adecuada?

Manuel José Álvarez Didyme

Esta pregunta ha constituido una endémica preocupación de nuestra región, pese a lo cual su respuesta en términos de estudio, comprensión y solución se ha ido postergando por años, sin razón alguna que lo justifique con el fin de ver cómo y cuánto incide la educación, como causa probable de nuestro atraso y de los bajos niveles de productividad e ingreso que como grupo social y por largo tiempo venimos presentando, y que terminan por explicar las altas tasas de desempleo y pobreza, que por lustros arrastramos.
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Pues al estudiar el contexto, a no dudarlo, emerge la educación en el Tolima y el tipo de preparación que se le viene dando a nuestros jóvenes, como evidente circunstancia constitutiva de aquellos fenómenos negativos, dada su baja e inadecuada calidad, en cuanto no orienta hacia el emprendimiento y la productividad; e igual resulta impertinente frente a la superación de la tendencia bastante enraizada entre nosotros, de aplazar la búsqueda de verdaderas soluciones a los problemas que nos agobian, y/o atribuir los bajos resultados de nuestro quehacer, a malsanas envidias, malquerencias personales,  persecuciones laborales y/o políticas o a cualquiera otra razón, que termina por enmascararlos.

Y de esta manera pasan y pasan los días y ni siquiera la tozuda evidencia de la real circunstancia socio-económica de la región, nos mueve a la reflexión y al autoexamen, para ver de superar lo que está sucediendo y que tanto nos está afectando en un momento de la historia de la humanidad en el que el bien más preciado y al que mayor valor agregado le da al conjunto social, es “el saber”.

Siendo lo más grave, que cada vez que se intenta poner el tema en la liza de la opinión, surge la intonsa retórica de siempre, en la que se culpa del bajo nivel de desempeño de nuestra gente a las deficientes condiciones laborales o a cualquier otra circunstancia que nos lleva a evadir el diálogo franco y sincero, y el sosegado conversatorio con la comunidad y las autoridades sectoriales, en procura de prontas y eficaces soluciones enderezadas a encontrar el radical remedio o la reducción a  las  proporciones del problema.

Con deplorables resultados en matemáticas, ciencias y competencias laborales, seguimos creyendo que el gran valor de nuestros centros educativos, radica en la “cobertura” o producción de la mayor cantidad posible de bachilleres, lo cual nos ha llevado a olvidar que los planteles de educación  antes que fábricas de adocenados y mediocres egresados, deben ser instituciones formadoras de ciudadanos realmente capaces de “transformar el medio”, gestar nuevo conocimiento científico o tecnológico, o renovar el existente a través del estudio y la investigación, y formar gentes capaces de elevar la calidad de las relaciones sociales adscritos a un sólido sistema de valores que contribuya a generar en ellos la responsabilidad y la autonomía necesarias para encarar la vida.

La presencia de la tolimense María Victoria Angulo frente del Ministerio de Educación, torna factible la concreción de esa aspiración regional, para que al futuro “la productividad y eficacia” de la educación se mida  no sobre su cantidad (de suyo importante), sino fundamentalmente sobre su calidad y pertinencia, no tanto porque estamos en el tiempo del conocimiento, como se dijo, sino porque requerimos con urgencia que aquella contribuya de veras a cimentar el desarrollo real que el país y sus regiones demandan hoy y ahora con urgencia suma.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME

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