¿Estamos llegando al fondo?

Manuel José Álvarez Didyme

Es deplorable el abandono en que se encuentra la ciudad y lastimoso e inexplicable que sus civium o habitantes no lo hagan manifiesto y protesten ante sus autoridades y que éstas no actúen con diligencia al respecto.
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Porque el anterior Alcalde concluyó su periodo durante el cual alardeó de ser el eficiente defensor de los derechos de los más, sin que en los cuatro años de su paso por la regencia de la ciudad hubiera dejado huella positiva alguna en su estructura urbana, y va ya más de un semestre del periodo del actual burgomaestre, sin que nada cambie pese a su condición de ingeniero y a su presunta experiencia, dado que como lo narra su historia burocrática, antaño se desempeñó como Secretario de Infraestructura y Hábitat del Tolima, al igual que Jefe de Planeación y de la División Técnica de Alcantarillado de la Empresa Ibaguereña de Acueducto y Alcantarillado, Ibal.

Y es que basta mirar el estado actual de la estructura urbana de esta mal diseñada ciudad y la triste condición de sus servicios, para constatar a través de su ruinosa circunstancia, lo deficientemente administrada que ha estado por la casi totalidad de sus últimos gobiernos.

Pues como lo enseña la moderna semiología, -en tanto en cuanto ciencia de la significación-, para calificar la calidad de la actuación de los gobernantes de una urbe y de la eficiencia y eficacia de sus gestiones, resulta suficiente observar cuidadosamente el estado físico en que actualmente esta se halla, así como la condición que hoy presentan sus servicios básicos.

Aquí y ahora, es más que evidente la decrépita condición de sus calles; el pobre estado de su  alcantarillado, tanto por la calidad de los materiales empleados en su construcción y conservación, y las diferencias de sus andenes, bien en calidad como en altura y configuración, al punto de obligar al peatón a caminar por la calzada o zona destinada de manera exclusiva al tránsito vehicular, exponiéndose a ser atropellado por los vehículos que circulan, dada la estrechez del diseño de sus vías, y etc., etc., etc. Frente a lo cual se advierte que el burgomaestre que precedió al actual, al igual que sus antecesores, poco o nada hicieron en sus respectivos periodos para remediar el estado de ruina y postración en que se encuentra la urbe, evidenciando con su negligente actitud, el limitado concepto que les mereció el espacio público y el poco respeto que sintieron por esta capital y sus gobernados, bien diverso a lo que expresaron en sus discursos y públicas manifestaciones con las que obtuvieron el respaldo electoral.

Vivo ejemplo de todo ello resulta lo reseñado por este diario apenas tres días atrás, cuando en plena carrera Quinta con Calle 32, -unas de las principales vías ibaguereñas-, el cuerpo de Bomberos  debió rescatar y con dificultad, a un desprevenido ciudadano que quedó atrapado en una alcantarilla, prueba suficiente además de cómo las mediocres administraciones locales nos han llevado al estado de atraso, al bajo nivel de desarrollo y al creciente índice de desempleo a los que hemos llegado, acentuados además por efecto de la pandemia, hoy solo superados por Neiva. No nos cansaremos de repetirlo, que para el primer cargo de nuestra capital, con una ciudadanía ávida de realizaciones y una realidad de la complejidad de esta ciudad de la música, se requiere de sanos y capacitados orientadores de la gestión pública, pero por sobre todo de gentes con sentido cívico, o sea respetuosos de la vida de sus habitantes.

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME

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