¿Solidaridad con el delito?

Manuel José Álvarez Didyme

Pese a haber jugado y ganado la Presidencia con las reglas del establecimiento, Petro no se abstiene de mostrar su híspida antipatía y radical desprecio por ellas, haciendo gala y ostentación de su militancia en la izquierda radical y su simpatía por el socialismo de Estado, mismas que años atrás lo llevaron a militar en las filas de un grupo guerrillero que más tarde rindió las armas, pactó la paz y aparentemente se reintegró al sistema democrático.
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A no dudarlo, es de allí, de tal cantera de pensamiento populista y totalitaria, de donde surge su propuesta de “liberar antes de la navidad” a cientos de integrantes de la llamada ‘primera línea’ del enfrentamiento con la fuerza pública en las protestas violentas que se llevaron a cabo en el reciente pasado.

De esta manera y para hacer efectivo su propósito, el hoy Presidente pretende saltarse las barreras legales y constitucionales que lo limitan, llevándose de calle las vehementes y coincidentes admoniciones de la señora Procuradora, del Fiscal General y del Defensor del Pueblo, abusando de su condición de cabeza del poder ejecutivo, entrometiéndose indebidamente en el autónomo actuar de la Rama Jurisdiccional del Poder público que juzga a esos delincuentes comunes y que ya ha condenado a varios de ellos por delitos graves, tales como concierto para delinquir, hurto, tortura, lesiones personales, homicidio, violencia contra servidor público, fabricación y tráfico de sustancias u objetos peligrosos y terrorismo, entre otros varios cometidos por esos gamberros, bien diversos de los “…líderes juveniles sociales que solo se expresaban…” como los calificó el Mandatario.

Manes de su izquierdismo que por igual lo llevaron a solidarizarse con Maduro el vecino de Venezuela, pese a que éste está investigado por narcotráfico y a través de una carta por él suscrita de claro corte populista, con la expresidenta de la Argentina, Cristina Kirchner, no obstante la defraudación cometida por ésta de 1.000 millones de dólares que le generó una condena por la justicia a seis años de prisión por corrupción e inhabilidad política, así como con el golpista y “maestro de escasa sapiencia”, Pedro Castillo del Perú, acusado por la Fiscalía de su país de liderar una red de delincuencia integrada por funcionarios cómplices y familiares cercanos, responsables los delitos de tráfico de influencias, organización criminal y colusión entre otros.    

Solidaridad con una concepción política del Estado que entró en declive en el orbe entero desde finales de la XX centuria y máxime en el siglo XXI, en cuanto se soporta en el autoritarismo y carece de la necesaria autosuficiencia de recursos, tanto materiales como humanos para garantizar un normal desenvolvimiento y en contradicción con la urgencia de procurar y obtener el verdadero equilibrio social, tal como lo demandan los tiempos que corren.

Una clara ratificación de que nuestro mandatario, en tanto en cuanto izquierdista radical, está adscrito a aquella línea de pensamiento cuyas decisiones tienen un solo punto de emisión y que generalmente obedecen al querer de una sola persona: -él-, o a aquellas  con identidad de propósito y comunidad de meta política con él, lo que desde ya presagia el modelo de gobierno que poco a poco tratará de ir adoptando para Colombia, cuyas decisiones, a más de ser únicas, solo consultarán su propia conveniencia sin considerar los perjuicios que tales determinaciones puedan comportar para sus gobernados o haciendo abstracción de ello. 

 

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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