¿Realmente estaremos preparados para enfrentar un evento volcánico?

Manuel José Álvarez Didyme

¿Cuándo, qué día y a qué hora va a entrar en erupción el Machín?
Hasta hoy es cosa impredecible, pero, el alto grado de desarrollo alcanzado por la tecnología, máxime si con nuestra secular imprevisión, no se tienen registros históricos sobre su comportamiento y la periodicidad de sus ciclos eruptivos.
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Sin embargo, cuando hay señales inequívocas de su actividad, expresadas en una alta sismicidad como las que viene mostrando este cerro, conocido también como Alto de Machín o El Hoyo, ubicado en la Cordillera Central en tierras de nuestro departamento a tan solo a 17 kilómetros de esta ‘musical’ ciudad, volcán de tipo anillo piroclástico, con un diámetro aproximado de 2.4 km y un alto índice de explosividad, mal puede desestimarse su peligrosidad, so pretexto de no alarmar la población, pues esto solo conduce a una inercia colectiva y a una imperdonable falta de adecuada preparación para el enfrentamiento de una  eventual tragedia, cuyos graves efectos se podrían evitar o al menos minimizar con la práctica de las pertinentes medidas de cautela.

Y es que si bien se nos ha dado a conocer alguna información sobre las zonas de riesgo y su ubicación en el mapa, juzgo que no es lo suficiente, pues ha faltado la minuciosa y detallada explicación sobre los efectos nocivos en cada una de las zonas involucradas, sobre todo en cuanto a la difusión, alcance y naturaleza de los gases, cenizas, escorias y los llamados piroclastos o materiales fragmentados; las precauciones que deben tomarse frente a ellos, su capacidad de contaminación ambiental en general y la de las fuentes hídricas, en especial, el posible curso de los flujos de lava y lodo y los daños físicos que pueden llegar a sufrir las zonas productivas, las vías de comunicación y las redes de transmisión de energía por su causa.

La eventualidad de los sismos que sobrevengan y el cálculo de su intensidad y las probabilidades de afectación a las construcciones de la ciudad, dado que la mayoría de ellas no responde a norma alguna de sismorresistencia;  la afectación al transporte aéreo y terrestre; la destrucción de la infraestructura existente, y en fin lo que en buen romance podríamos llamar obvias medidas de prevención y contingencia, necesarias para amortiguar el efecto nocivo de los daños que inevitablemente tendrán que sobrevenir en caso de un evento volcánico de la magnitud del temido, como el alcalde debe saberlo en su condición de ingeniero que es.

Por tanto, al efecto deben utilizarse foros públicos, llevar a cabo simulacros; usar las redes sociales, volantes, los medios de comunicación vigentes, y utilizar todo recurso eficaz de difusión, independiente del temor que esto pueda generar en algunas  personas.

Mostrarnos de una vez por todas como un grupo humano participativo y solidario, preocupado por la suerte de nuestros coterráneos y dispuesto a superar cualquier tragedia, sea de la magnitud que sea, sin arredrarnos, mancomunados con ansias de triunfo frente a las fuerzas más irresistibles, como son las de la naturaleza.

 

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÖME

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