Ante las elecciones que se aproximan no olvidar que el cambio está en la base social

Manuel José Álvarez Didyme

Las comunidades locales como la nuestra, suelen presentar una baja capacidad de respuesta frente al cúmulo de dificultades que a diario tienen que confrontar; ello se da en ocasiones por falta de experticia, en otras muchas por carencia de los recursos económicos necesarios, pero, -y esto es lo más grave-, las más de las veces por físico desinterés.
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Convirtiendo de esta manera la inercia ciudadana en factor de agravamiento de sus problemas, al resignar en la administración, las responsabilidades al  no participar, ni actuar terminando por aceptar cualquier solución que se le dé , así sea l esta a menos eficiente y racional de cara a sus dificultades.

Teniendo más tarde que encarar sus afugias, cuando éstas ya se han convertido en verdaderas "urgencias", para terminar atendiendo apenas sus efectos, pues sus verdaderas causas quedan incólumes e incorporadas en aquello que el chileno Carlos Matus llama, "la fenoestructura del paisaje social".

Y es que los miembros de nuestras comunidades, con tan asistemático actuar, se agobian y distraen con pequeños "focos de alteración", mientras que de manera casi imperceptible a su alrededor se van acumulando infinidad de situaciones, esas sí verdaderamente críticas, con las cuales acaban conviviendo y aceptando la incapacidad de las instituciones para solucionarlas, incubando de esta manera los grandes conflictos que explotan en los momentos menos pensados con las tremendas consecuencias que todos conocemos.

Y además, como si los problemas no nos afectaran a todos, cada quien procura diseñar sus propios mecanismos de adaptación y defensa con los cuales buscan eludir la realidad, sin importar si con ellos se transgrede o no la ley o se lesionan los derechos de los demás, los cuales a su vez hacen otro tanto, deteriorando de esta forma la paz y la ética sociales.

Así las cosas el desorden y la indisciplina concluyen expresándose en un comportamiento anárquico y agresivo de los ciudadanos, mediante presuntuosas actitudes que estiman que las prohibiciones y la desatención de la más mínimas precauciones no son para ellos y se violan las normas sin que nadie haga nada para evitarlo, puesto que cada quien "vive su vida", en un ambiente generalizado de frustración e irritación en el que se abren paso, las más variadas formas de violencia y criminalidad. 

Y de acuerdo con la vieja y ancestral creencia que las dificultades se terminan a partir de la aplicación de "fórmulas mágicas", se busca en cada elección al "mesías" que las prometa, -como ya nos pasó con Petro-, olvidando que el cambio está en la base social, o sea que es el grueso de la población el que debe “crear conciencia de participación” para poderle exigir acción seria a sus gobernantes y formular sus propios planes de enfrentamiento de las dificultades y problemas en sus manzanas, sus barrios y sus comunas: en una palabra, “democratizándose”, o sea concientizándose de que, "si todos ponen, todos toman", como rezaba el eslogan que ya hace un tiempo difundió el profesor Antanas Mockus para Bogotá.

Manuel José Álvarez Didyme dôme

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