Despidiendo a “Don José”

Manuel José Álvarez Didyme

Luego de haber viajado tímido y pueblerino, como él mismo lo narraba, desde su pueblo natal, San Antonio, arribó a esta capital de la música, cargado de sueños y con la aspiración de salir adelante pese a los difíciles tiempos del conflicto, partidista que desde entonces se daban como corroboración de nuestra secular cultura de la intemperancia política, llevando a que “en el Tolima no se pudiera pescar de noche”, como alguna vez lo dijera el maestro Echandía con la clara entonación “opita” que le ponía a cada una de sus sabias sentencias.
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Y en esta ciudad encontró el calor nutricio de la gente que lo acogió como uno de los suyos y le sirvió como adecuado caldo de cultivo para desarrollar su desbordada capacidad laboral y su innata vocación de servicio con muy buen suceso, mismas calidades que condujeron su  meritorio  periplo vital hasta la burocracia oficial en 1986 para dar respuesta al llamado del Presidente Belisario Betancourt a servir el primer cargo del Departamento, como Gobernador del Tolima, tarea que desempeñó de forma destacada y comprometida, a pesar de las dificultades económicas y sociales que tuvo que afrontar la región durante su gobierno a causa de la desaparición del próspero Municipio de Armero, recientemente sucedida en el mes de noviembre de 1.985.

Fue así como primer mandatario regional le correspondió el honor de recibir al Sumo pontífice de la catolicidad de  entonces, Juan Pablo II, cuando éste visitó las ruinas de aquella desbastada población del Norte Tolimense.

Los muchos homenajes, como que fueron más de veinte los que alcanzó a recibir en vida “don José”, como cariñosamente y de vieja data “lo distinguieron” sus amigos, -que no fuimos pocos-, constituyeron el justo reconocimiento a su bonhomía y hombre de empresa, y como conceptualizador y hacedor de muchas empresas que contribuyeron al desenvolvimiento de este solar y de sus coterráneos, en fructífero concurso con esos otros inolvidables patricios lamentablemente también desaparecidos, Santiago Meñaca, Roberto Mejía y Eduardo De León.

La Fenalco y la Cámara de Comercio locales -estos dos en compañía de mi padre-; Serviarroz; el Editorial Aguas claras editora de los diarios Q´hubo y el Nuevo día;, la Asociación para el Desarrollo del Tolima (A.D.T.); la Universidad de Ibagué; la Segunda expedición Botánica; la Academia de Historia del Tolima; la Corporación para el Desarrollo Humano del Tolima, y la Universidad de Ibagué, lo hicieron merecedor de recibir la Medalla “Cacique Calarcá, máxima distinción que otorga el departamento a sus mejores hijos y su amor por la música lo hizo merecedor a la condecoración “Garzón y Collazos” por parte de la Fundación Musical de Colombia.

Luz Ángela, mis hijos José Gabriel y María Clara y mi hermana Elvira Leonor acompañan el abrazo fraterno que extiendo en esta hora de dolor a Florecita, “Icho” sus hijos, así como a su familia toda tan cercana a nuestros afectos.  

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYMEDÔME

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