Contra el desempleo: “Un plan Marshall” para Ibagué

Manuel José Álvarez Didyme

Mientras al parecer el desempleo amenaza con decrecer en el país, tal como lo indican las recientes cifras indicativas del mercado laboral presagiando el fin de la crisis generada por el desacertado manejo del gobierno y con ello el inicio de un nuevo ciclo, que como se puede advertir será de recuperación, la tasa de desocupación urbana de esta capital de la música continúa incrementándose en forma ininterrumpida, manteniendo una preocupante cifra de dos dígitos, que con su tendencia al alza nos sitúa entre los preocupantes primeros lugares en el año que concluye y de cara al 2024, llevándonos a emular y/o a superar ciudades históricamente también afectadas por esta nociva circunstancia como Neiva, Florencia, Popayán. Cúcuta o Quibdó.
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Tal situación ha hecho que ad portas del advenimiento de unas nuevas administraciones, en lo departamental y en lo local, se procure hoy, -por analogía con el programa impulsado por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial-, y con urgencia suma a “un Plan Marshall para Ibagué”, o sea al establecimiento de un régimen, tal como el que se adoptó años atrás con la conocida como Ley 44 a propósito del daño que nos advino por la erupción del “Nevado del Ruiz que destruyó la desaparecida población de Armero al norte del departamento, afectando con gravedad la economía regional, y con el cual esta capital se protegió y creció hasta recuperarse con amplitud durante un prolongado período de tiempo del porciento de paro que sobrevino y frente a los negativos efectos del fenómeno natural.

No obstante, vencido el término de los privilegios tributarios y de variada índole que tal norma estableció, las empresas artificiosamente atraídas por ella, salieron huyendo en busca de las condiciones que Ibagué no tenía ni les podía brindar en tanto en cuanto a servicios públicos y recurso humano, pues la ciudad no se preocupó por adecuar aquellos y formar estos, acorde con las diversas necesidades demandadas, regresando a la situación de crisis anterior, acentuada por el dilatado período de inacción.

De esta manera la ciudad tornó a su condición de líder del desempleo y centro indiscutido de la desocupación urbana, como en este momento se está viviendo.

Lo cual nos obliga a actuar, sin dilación alguna, para tratar de superar tal situación, pero esta vez rebasando en forma “definitiva” las causas estructurales del flagelo, mediante acciones encaminadas a la real mejoría de la estructura de servicios de la urbe y a una adecuada y sólida formación de su recurso humano, incluida su clase política, procurando que aquel y esta respondan a la calidad esperada por los eventuales inversionistas, y que lo que se enseñe en las aulas locales, forme y sea lo realmente pertinente para el desenvolvimiento y precisado por el mercado laboral, es decir concordante en un todo con lo requerido para la industrialización de nuestra atrasada circunstancia.

Sin engañarnos al creer que con el solo incremento de la cobertura del sistema educativo hasta ahora obtenido, la tarea ya está hecha, sino como lo hacen países que nos dan ejemplo con sus cifras de ocupación, como Suiza, cuyo sistema educativo modulado en todos los grados desde los iniciales y hasta los últimos de secundaria, tiene como propósito esencial generar la calificación adecuada de sus estudiantes para el desempeño de las tareas demandadas por los oferentes de empleo, desde la más simple hasta la más compleja, armonizándola con la universidad regional, que como ciclo terminal, las complemente y especialice.

El Tolima todo y en especial esta ciudad capital, deben otear el medio y actuar en el futuro con decidido y optimista actuar, pues es mucho lo que está por hacerse para rebasar los obstáculos que limitan el anhelado desenvolvimiento. 

¡ Feliz navidad !

MANUEL JOSÉ ÁLVAREZ DIDYME-DÔME

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