Realmente iba a ocuparme de otro tema en este espacio que generosamente me da EL NUEVO DÍA cada ocho días para contar lo que pienso y piensa mucha gente sobre temas varios,
Todo pasa simplemente por recomendar recortes de inversión, despidos generalizados y control del gasto público, otra discusión que enfrente no sólo a los gobiernos con las calificadoras de riesgos, sino con muchos de sus propios bancos centrales.
Como la mazamorra, tardecito pero llego. Todos los reconocimientos públicos y privados son merecidos para el diario de los tolimenses en estos 19 años de labor continua.
Deberíamos ser más conscientes y darnos cuenta de que los llamados indignados de Wall Street nos están haciendo un favor a los habitantes del resto del planeta.
No es gratuito que el Gobierno nacional, en cabeza del propio presidente Juan Manuel Santos, haya lanzado su unidad administrativa especial de lucha contra la pobreza en busca de la igualdad y la prosperidad, siguiendo los lineamientos de su programa de gobierno.
Robándonos un poco la teoría del famosísimo Michael E. Porter sobre competitividad, podríamos decir que el Departamento tiene aún muchísimo camino por recorrer en el camino de la competitividad, para llegar al de la prosperidad verdadera, como lo estipuló este hombre de ciencia y finanzas hace tantos años.
No cabe duda de que el Tratado de Libre Comercio que por fin se aprobó en el Congreso de los Estados Unidos, y que permaneció congelado por cinco años, es la oportunidad para mejorar nuestra infraestructura nacional y mejorar la competitividad de las empresas.
Muy pocas veces, con contadas excepciones, dedico este importante espacio que EL NUEVO DÍA, y el doctor Melo me han permitido generosamente, para hablar de temas relacionados con el Gobierno departamental y de lo público en este paso temporal de quienes estamos aquí.
No es ni muchos menos la Ley de Víctimas, ni el cambio o la reforma pensional, mucho menos la de haber puesto la llamada regla fiscal para hacer responsable y viable el Estado (muy cuestionada por cierto, porque pone por encima el billete que el derecho del ciudadano, dicen),