La tragedia griega

Si alguien aún duda de que la Globalización sea irreversible, no hace falta sino que mire hacia Europa, particularmente hacia Grecia.

La crisis griega amenaza con afectar a toda la Unión Europea, razón por la cual Alemania y Francia, que son el motor de ella, tienen que salir en su auxilio. La proporción de la debacle que podría generar es tal que China, India, Rusia y Brasil se muestran dispuestos a ayudar para evitar un colapso financiero en la zona euro, que también los afectaría. China, por ejemplo, tiene reservas por valor de 690 mil millones de euros en papeles europeos. Si el euro se desbarranca, el gigante asiático sería uno de los más afectados.

Estamos viviendo lo que se conoce como el efecto mariposa. Parte del problema radica en que el 70 por ciento de la deuda griega está contratada con bancos extranjeros. Según Barclays Capital, a mayo del año pasado los bancos alemanes tenían bonos griegos por valor de 28 mil millones de euros y los franceses otros 67 mil millones. Si Grecia colapsa, los principales bancos europeos tendrán problemas. Y aquí viene un dilema bastante gordo para los griegos: si le pagan a los bancos, no tendrán con qué pagar empleados públicos ni cómo atender el gasto social; si dan prioridad a las obligaciones financieras, van a poner a aguantar hambre a su pueblo. De hecho, las reestructuraciones y refinanciaciones a que han estado sometidos los ponen en mayores aprietos. En los próximos cinco años tendrá que afrontar pagos por más de 250 mil millones de euros, en concepto de intereses y costes de refinanciación, suma equivalente a su PIB.

La crisis que viene arrastrando Grecia desde hace varios años tiene un costado perverso, las operaciones de rescate han estado orientadas no a superar la crisis ni a salvarla (aunque hablen en esos términos) sino a que pueda pagarle a los bancos, le han prestado dinero caro para que atienda sus obligaciones; con esto lo único que han hecho es empobrecer más a Grecia y postergar la crisis. El ahorro de los recortes del gasto (rebaja en las pensiones y retiro de 30 mil empleados públicos) se lo comerán los bancos. La situación social comienza a ser explosiva y a adquirir ribetes nacionalistas. Un ministro griego dijo hace poco que había que recordar el saqueo de las reservas de oro del Banco Central griego por los ocupantes alemanes durante la II Guerra Mundial, el “que nunca devolvieron”. Un comentario que no ha debido caer nada bien en Berlín, en donde la guerra es un tema tabú del que nadie quiere hablar.

La deuda griega ronda por los 370 mil mil­lones de euros (casi 500 mil millones de dólares), equivale al 150 por ciento de su PIB, pero el FMI calcula que para 2012 equivaldrá a 189.1. Es una situación más delicada que la vivida en América Latina en los años 80. De allí la importancia que tiene este asunto. ¿Por qué hablo de él? Por una razón especial. Buena parte de la deuda griega se la robaron los diferentes gobiernos y los especuladores financieros. Pero en Grecia, como en Colombia, la gente no se toma en serio los asuntos públicos ni los económicos, esa indiferencia, esa indolencia, se paga caro, pues las deudas hay que pagarlas, aunque los créditos se los hayan robado con la complicidad de quienes los otorgaron. En Colombia, como en casi todos los países de América Latina, deberíamos aprender bien esta lección.

Gracia tiene 11.5 millones de habitantes. La deuda per cápita es de 32 mil euros, más o menos 80 millones de pesos colombianos. Ni Sófocles hubiera podido imaginar semejante tragedia.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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