Reinventar el capitalismo

Tras el derrumbe de la cortina de hierro a finales de los ochenta del siglo pasado, en el mundo se impuso la economía de mercado, el sistema de libre empresa e iniciativa privada, esto se consideró como el triunfo del sistema capitalista sobre el socialista o la utopía comunista.

Desde ese momento, cada vez son más los países que practican el capitalismo, aunque introduzcan el matiz de economía social de mercado. Más de las tres cuartas partes de todos los países están inmersos en reformas liberalizadoras en donde la empresa privada juega un papel fundamental.

Recientemente, Bloomberg, la compañía estadounidense que vende software financiero, datos y noticias, reveló un ranking en el cual clasifica las principales fortunas del mundo. La lista la ha vuelto a encabezar Bill Gates (patrón de Microsoft), seguido de Carlos Slim, muy conocido en Colombia por ser el propietario de una empresa de telefonía móvil, que valga recordar presta un pésimo servicio. La fortuna de Gates asciende a 72.600 millones de dólares y la de Slim a 72.155 millones. Se trata de hombres billonarios. Cuando leo estas cifras asumo que es mucho dinero aunque realmente no sé qué tanto es.  Por ello me di a la tarea de comparar esas riquezas con el Producto Interno Bruto (PIB) de algunos países y encuentro datos muy reveladores.

La de Gates es superior al PIB de Kenia. Esto tampoco les dirá mucho. Pero en la tabla del PIB mundial este país africano aparece en el puesto 82 y por debajo de él están 145 países, entre ellos Puerto Rico, Panamá, Luxemburgo. El PIB es la suma de valor de todos los bienes y servicios que produce un país valuados a los precios que prevalecen en Estados Unidos. Esto sí es ser rico, en términos absolutos. El español Amancio Ortega, el cuarto hombre más rico según Bloomberg, dueño de Inditex (Zara, Mango, Massimo Dutti y otras marcas), tiene un patrimonio que supera los PIB de Uruguay y de Bolivia, que suman 51.560 millones de dólares, cada uno.

Nunca en la historia la humanidad se había visto una acumulación de capital tan asombrosa y una desigualdad tan macabra. Se calcula que más de 1.000 millones de personas en el planeta viven con menos de 1 dólar al día. Esto es miseria. Una situación que atenta contra el concepto más elemental de dignidad humana. Según la FAO en su informa 2010 un niño muere cada seis segundos en el planeta debido a problemas relacionados con desnutrición, el hambre es la mayor tragedia y el mayor escándalo del mundo, en palabras del director de esta entidad, Jacques Diouf.

La tragedia política contemporánea es que no hay paradigma alternativo al capitalismo. El estatismo demostró, y con creces, que no era la solución. Lo que estamos viendo hoy es que el actual tipo de capitalismo tampoco. Las brechas de desigualdad y pobreza son cada día mayores y vergonzosas. Se requiere de mucha inteligencia, de mucha creatividad para encontrar un modelo justo. Sería interesante estudiar con detenimiento a los nórdicos, que han logrado eliminar la pobreza (Noruega, por ejemplo, no tiene población bajo el nivel de pobreza) y reducir la desigualdad. ¿Cómo lo han hecho? No lo sé. Lo cierto es que de seguir como vamos lo que está comprometida es la sostenibilidad política del sistema y la sostenibilidad ambiental del globo.

El actual modelo de desarrollo es depredador. Es tiempo pues de reinventar el capitalismo. Una misión muy difícil, sí, pero el ingenio humano no tiene límite. En cualquier caso es urgente y necesario. Creo que una de las claves está en el modelo de gestión de las empresas, de todas, pequeña, mediana, grande y mega-corporaciones, más poderosas que muchos estados.  

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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