Alerta Tolima

Llegó a mis manos, por arte del azar informático, una presentación del director de Cortolima, Jorge Enrique Cardozo, sobre el estado del medio ambiente y recursos naturales en el Tolima. El panorama es desolador

Llegó a mis manos, por arte del azar informático, una presentación del director de Cortolima, Jorge Enrique Cardozo, sobre el estado del medio ambiente y recursos naturales en el Tolima. El panorama es desolador. De seguir como vamos, en un futuro se nos caerá la cara de la vergüenza con nuestros nietos por no haber sabido defender la herencia que recibimos de nuestros mayores, el patrimonio ambiental. Es una situación realmente crítica y angustiosa.

Los colombianos no tenemos conciencia de la enorme fortuna que poseemos en materia de bienes naturales. Comencemos por el agua. Uno de los retos del siglo XXI es precisamente su administración, puesto que comienza a escasear en algunas regiones del planeta. En África, por ejemplo, que sólo dispone de un nueve por ciento del total de los recursos hídricos del Globo, hay poblaciones que deben recorrer cientos de kilómetros para acceder a unos cuantos litros.

El agua dulce es un bien insuficiente y su disponibilidad para uso humano ha disminuido en el mundo un 37 por ciento con respecto a 1970, según estudios de la universidad de Oregon (EE.UU.). Del total de agua del planeta, el 97.5 por ciento es salada y el 1.75 por ciento se acumula en los cascos polares, así la proporción para consumo humano representa apenas un 0.007 por ciento del total, unos 13.500 kilómetros cúbicos. 

Que no se piense que estamos en presencia de una fuente inagotable. Esta bendición del cielo está seriamente amenazada por diferentes factores, entre ellos la minería en todas sus formas, la legal, la Ilegal y la artesanal. Pero lógicamente la principal amenaza proviene de la ilegal. Entre 2009 y 2013, 18 municipios del Tolima han presentado casos de afectación por minería aurífera ilegal. La situación más crítica se presentó en 2010 y la menos el año pasado. Sin embargo, ello no quiere decir que se haya logrado erradicar el fenómeno. Es, guardada las proporciones, una situación similar a la que se presenta con los cultivos de uso ilícito, se erradican de una zona pero aparecen en otras. Ese año se decomisaron 52 retroexcavadoras y dos buldóceres. La presencia de esta maquinaria indica que no se está en presencia de barequeros, precisamente.

Se requiere hacer pedagogía en las escuelas, colegios y universidades sobre la importancia de este asunto. Hay que proteger la riqueza hídrica del Tolima. Ello significa hacer un uso racional del agua y proteger las cuencas hídricas. Hay quienes piensan que este asunto es de poca monta y una cuestión de fanáticos ambientalistas. No. La cosa es más importante de lo que piensa. Por ello las autoridades departamentales y municipales debería cerrar filas en torno a un solo propósito: la defensa del patrimonio natural, en particular del agua. Tener un medio ambiente sano es un derecho humano y es responsabilidad del Estado garantizarlo y perseguir a quienes no respetan este derecho. Pero claro está que no es solo responsabilidad de las autoridades, lo es de la sociedad en su conjunto. Hay que hacer una reflexión sobre el modelo de desarrollo, no podemos resignarnos a ver como normal e inevitable la perspectiva depredadora. Creo que en esto tenemos mucho que aprender de los pueblos indígenas, que tienen una visión diferente. No es fácil pues existen poderosos intereses y también una ausencia casi absoluta de la noción de lo público, que conlleva a un bajo interés por las cosas públicas.

El año entrante será de elecciones. Creo que los ciudadanos deben pedir a sus candidatos al Congreso un compromiso político con la defensa del patrimonio natural del Tolima. No se necesitan mayores conocimientos para saber que este tesoro está amenazado. Hay que decretar una alerta. Aún estamos a tiempo. Que no tengamos que llorar sobre la leche derramada.  

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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