¿Una Constituyente? Y por qué no

Las Farc han propuesto convocar una Asamblea Constituyente como instrumento para construir una paz duradera y estable. El Gobierno ha contestado con un enfático no. “Una Constituyente, más que un mecanismo de refrendación, es un escenario de nueva deliberación. No es el punto final del diálogo, es por el contrario un nuevo comienzo del mismo.

Las Farc han propuesto convocar una Asamblea Constituyente como instrumento para construir una paz duradera y estable. El Gobierno ha contestado con un enfático no. “Una Constituyente, más que un mecanismo de refrendación, es un escenario de nueva deliberación. No es el punto final del diálogo, es por el contrario un nuevo comienzo del mismo. En vez de aprobar lo convenido, abre las puertas a la revisión y hasta a la negación de lo pactado”, escribió Humberto de la Calle, jefe negociador en un artículo para SEMANA. En mi sentir, la propuesta no debería descartarse.

Las Farc quieren constitucionalizar los acuerdos a los que se llegue. Seguramente, piensan que ésta es la única forma de darle estabilidad  y perdurabilidad. En otras palabras, aspiran  a lo mismo que las empresas: seguridad jurídica. Normal. Nadie va a firmar la paz si piensan que le van a hacer ‘conejo’.  Y en Colombia hay muchos antecedentes sobre esto. Por otra parte, tiene razón el Gobierno cuando afirma que una constituyente no sería el final del diálogo sino un comienzo del mismo. Aquí es donde subyace una diferencia sustantiva. Hay sectores, dentro y fuera del Estado, que aspiran a que la guerrilla simplemente se desmovilice, desarme y reintegre a la vida civil. Parten de la base de que está vencida. Y ésa no es una apreciación correcta. ¿Golpeada? Sí. ¿Militarmente diezmada? Sí. ¿Vencida? No. Reitero lo dicho en estas mismas páginas hace varios meses: no están vencidas, y no lo están porque el asunto no es sólo militar, como se piensa.  Es, sobre todo, una cuestión política y social.

La muestra podría ser el propio ELN. Lleva casi dos décadas agonizando, y nada que termina de morir. ¿Por qué? El asunto es más complejo de lo que se cree. Y si se quiere hacer una lectura objetiva habría que dejar de explicar el conflicto con el pretexto del narcotráfico, que es un elemento importante pero no determinante. En otros países hay narcotráfico pero no hay guerrillas. Luego, ésta es una explicación exigua. Las Farc sí están disminuidas pero podrían resistir una o dos década más. Precisamente por eso se está negociando. Ahí reside el acierto de la administración Santos, buscar la terminación negociada del conflicto, ahora que la correlación de fuerza es favorable al Estado.  

Y, entonces, hay que distinguir también esto: una cosa es la terminación del conflicto, y otra muy diferente la construcción de una paz estable y duradera. Para lo primero no se necesita una constituyente, para lo segundo sí. Sólo una constituyente puede restablecer el pacto social y político alterado y expedir una constitución que acatemos todos, porque es producto de un acuerdo entre todos. Por supuesto que para llegar a ella, tendría que haber terminado el conflicto; las guerrillas, abandonado las armas y renunciado a usarlas. A partir de ese momento, el Estado y la sociedad toda, los habilitarían para participar en una constituyente, para discutir y acordar una institucionalidad acorde con las exigencias del momento.  

Repito: no debería descartarse de plano esta iniciativa. Tampoco hay que tenerle miedo a que sea el pueblo quien decida. Llegaremos a la paz sólo si somos capaces de ganárnosla y merecerla. Decir no a una constituyente porque no se sabe quién la va a ganar no es democrático. La constitución de 1991 fue un avance, pero no es perfecta, y menos después de la treintena de contra reformas que le han hecho.  

Los colombianos tenemos que rodear al Gobierno para que sea él quien dirija el proceso de terminación del conflicto, pero ello no supone renunciar a participar en el debate. Precisamente para para eso nos reuniremos un grupo de tolimenses en Bogotá esta semana. Veremos qué se puede aportar. La paz es un asunto de todos.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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