La paz y las regiones

Acierta el gobernador del Tolima, Luis Carlos Delgado Peñón, al afirmar en Medellín, durante el encuentro de Gobernadores, que el país no está preparado para la paz. Es una verdad inocultable que no admite discusión. No está preparado el Gobierno nacional, ni los departamentales ni los municipales.

Acierta el gobernador del Tolima, Luis Carlos Delgado Peñón, al afirmar en Medellín, durante el encuentro de Gobernadores, que el país no está preparado para la paz. Es una verdad inocultable que no admite discusión. No está preparado el Gobierno nacional, ni los departamentales ni los municipales. Tampoco lo están las Fuerzas Militares ni la Policía; ni la sociedad, ni el sector privado, y quizás menos las propias guerrillas. Al fin y al cabo, son más de 50 años los que llevamos echando tiros, lapso en el cual hemos construido una cultura de violencia que nos impide saber lo que es vivir en paz. Pero creo que acierta más cuando asegura que dentro del esquema centralista es difícil alcanzarla. Ha dado en el centro de la diana.

Se ha dicho infinidad de veces que Colombia es un país de regiones, y así es. Pero esto no lo reconocen las instituciones. Estas están diseñadas para gobernar un país homogéneo y no uno heterogéneo. Además, el esquema centralista hace que su vida política, económica y social gire no en torno a ellas sino por fuera de ellas. En consecuencia, las regiones ejecutan un movimiento centrífugo, que como su nombre lo indica, significa huir del centro. La excepción a este fenómeno es Antioquia, que es autocentrada (su movimiento es centrípeto) y cree que el mundo gira en torno suyo; pero el resto de  regiones, incluido el Valle del Cauca, unas más otras menos, la vida discurre afuera. Esto explica, en parte, el crecimiento desordenado y caótico de Bogotá. La gente sabe que quedarse en su pueblo, es renunciar casi a las oportunidades de estudio, trabajo y recreación. Por eso huye de lo que debería ser su propio centro y destino gravitacionales.  

Uno de los cargos más tristes de ejercer en Colombia es el de gobernador. Su ejercicio lleva implícita su propia negación. Los gobernadores no gobiernan. Y no gobiernan porque carecen de las herramientas necesarias para gobernar la vida económica, política, social y cultural, ni para ordenar el territorio ni proteger el medio ambiente. Son gobernadores gobernados. Será por eso que se dedican a otros menesteres, como por ejemplo nombrar y remover funcionarios, dispensar contratos y hacer politiquería, y a eso lo llaman gobernar. Utilizan el cargo para su beneficio, para montar su grupo político y algunos muchos para enriquecerse.

De allí que la letanía de Delgado contra el centralismo sea válida. Lo curioso es que el propio ministro del Interior, Fernando Carrillo, haya dicho en esa misma reunión que la paz hay que regionalizarla. Y digo curioso porque la administración Santos ha sido de las más centralistas. El gobernador Alán Jara, en un foro en Bogotá el año pasado, afirmó que Bogotá se había llevado las regalías porque en las regiones se las estaban robando, cuando lo que tenía que haberse llevado eran los ladrones. Le sobra razón. Además, porque los ladrones que viven en Bogotá son más voraces e insaciables que los de provincia. Considero innecesario dar ejemplos.

Pero bueno, estaba hablando de paz. Y lo que quiero decir es que la paz verdadera (que no es sólo el silenciamiento de los fusiles ni que unas personas se desmovilicen para que sigan otras, como sucedió con las AUC y las Bacrim), sólo se conseguirá cuando las regiones se gobiernen a sí mismas y generen desarrollo y oportunidades para sus gentes. Para que no tengan que irse y para que los gobernadores puedan gobernar. Gobernador Delgado: lo que usted sí podría hacer es convocar un Foro Nacional sobre las propuestas de cambio institucional que requiere la Colombia del postconflicto, empezando por derrotar el centralismo que existe a contrapelo de la Constitución del 91. Para mí este es la madre casi de todos los males que nos agobian.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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