Oscuros nubarrones

Enseñan los manuales de negociación que quien maneja el tiempo maneja la negociación. Es lo que intenta hacer el presidente Santos con la propuesta de convocar un referendo en marzo o mayo del año entrante para refrendar los acuerdos a los que se llegue con las Farc.

Y estas, que no son tontas, han descifrado el alcance y decidido hacer una ‘pausa’ para estudiar el proyecto, así le salen al paso a la pretensión presidencial de gobernar el tiempo de los diálogos.  

Ahora, como Santos sabe lo que esto significa, tras la declaración de las Farc de hacer una pausa ordenó que el equipo negociador regresara a Bogotá, para dejar en claro que “en este proceso el que decreta las pausas y pone las condiciones no son las Farc”. Al fin de cuentas, su convicción primigenia es que él es quien tiene la llave de la paz, y nadie más. Es lógico y sano que Santos quiera que la negociación tenga un límite temporal, pero no puede hacerlo de forma unilateral.

No si está en una negociación, la otra parte no es convidada de piedra. Este episodio evidencia que las reglas de la misma no están claras del todo, pues también los manuales recomiendan que las partes fijen, conjuntamente, el cronograma. Especificar fecha de caducidad, de manera unilateral, es lo más parecido a un ultimátum, y no hay motivos para hacerlo. Se supone que el proceso avanza, aunque no parezca que vaya a concluir este año.

Creo que el Presidente fue mal aconsejado, está proyectando la idea de que le corre demasiada prisa, y eso no es bueno, ni para la paz ni para sus intereses reeleccionistas. Meter un referendo de paz, en las elecciones de congreso o de presidente, es atar las dos cosas a una misma suerte. Desde luego que en teoría podría darse que los electores votasen diferente una cosa y otra, de manera mayoritaria por Santos pero no por los acuerdos, o lo contrario, paz sí reelección no. Pero si las mayorías populares favorecen a los dos, Santos le estaría debiendo la presidencia, ya no a Uribe sino a las Farc, como le sucedió a Pastrana, lo cual sería nefasto para Colombia.

¿Hasta dónde es saludable juntar paz y reelección? No es cierto que sin paz el Presidente no pueda reelegirse, como tampoco lo es que sin él no puede haber paz. Ambas afirmaciones son falacias. Santos tendría que haberlo hecho muy mal para no ser reelegido, es casi imposible ganarle unas elecciones a un presidente que tiene a su disposición toda la maquinaria burocrática y el presupuesto público. Lo sano no es juntar las dos cosas sino separarlas. De hecho, al hacerlo se le restaría capacidad de negociación a las Farc. Las prisas no deberían ser del Presidente. Qué va a hacer Santos con este ultimátum, ¿terminar la negociación porque las Farc hacen una pausa para estudiar el proyecto? Sería fatal. Fortalecería la tesis de que su interés es sólo electoral. Creo que se ha subestimado a las Farc. Ellas no van a romper la negociación por esto (si no rompieron las conversaciones cuando abatieron a Cano), pero no iban a tragarse la propuesta sin digerirla.

El turno ahora es para Cuba y Noruega, como mediadores. O para un nuevo actor, ¿el presidente José Mujica quizás? Sobre la paz se ciernen oscuros nubarrones. Sólo faltaría que la Corte Constitucional tumbara el marco jurídico para la paz, o condicionara su constitucionalidad a que se investiguen y castiguen todos los crímenes de las Farc, conforme a las tesis jurídicas de la fiscal de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda. Las negociaciones podrían caer en un limbo. El panorama no es alentador. Esta semana puede ser crucial para la paz. Ojalá que impere la cordura.

Credito
GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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