Ceguera y sodomía

Guillermo Pérez Flórez

Se le atribuye a Albert Einstein la siguiente frase: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Esto, que es una verdad de Perogrullo, es lo que han hecho los gobiernos de los EE.UU. en materia antidroga, desde que declararon esa guerra hace ya 40 años. Han esperado resultados distintos a pesar de estar haciendo lo mismo.

Se llevó a cabo esta semana en Cartagena la XXXII Conferencia Internacional para el Control de Drogas (Idec, por sus siglas en inglés). Asistieron 127 países. Obviamente se hizo en Cartagena porque no existe sobre la faz de la tierra un país más obsecuente en esta materia, según lo admite el propio Jay Bergman, director de la DEA en Colombia. El encuentro se convocó con el propósito de buscar “nuevas estrategias” para tratar de contrarrestar el desafío global del tráfico de drogas, pero de allí no salió nada nuevo.

Para el ministro de Defensa saliente y nuevo embajador en Washington, Juan Carlos Pinzón, el narcotráfico es una “maldición”, aunque le ha faltado decir que casi bíblica, como las del Génesis, como la que acabó con Sodoma y Gomorra con una lluvia de azufre y fuego para castigar la sodomía. Pinzón, desde luego, no dice quién nos maldijo y condenó a ser víctimas del narco, pero yo sospecho que esta maldición no es de origen divino sino antrópico, producto de una confluencia de factores internos de naturaleza política, económica y social, entre las que están la sumisión y el servilismo de nuestros gobernantes, que se han limitado a obedecer y aplicar ciegamente la receta de Washington. Colombia ha fumigado millones de hectáreas; ha capturado casi un millón de personas (977 mil 361) por este delito; ha extraditado más de dos mil, muchas de las cuales EE.UU. nos las ha devuelto, tras delatar sus compinches y entregar sus fortunas; ha incautado 16.789 laboratorios ilegales y 1.2 millones de kilos de cocaína. Pero además, ha ofrendado la vida miles de policías, soldados, jueces, fiscales, periodistas, ministros y exministros, y candidatos presidenciales.

Y todo para nada. A pesar de todas estas acciones y de los sacrificios humanos y presupuestales el narcotráfico sigue vivo y coleando. Pinzón lo sabe, y por eso afirma que si él pudiera pedir un “deseo”, pediría quitarle el narcotráfico a Colombia. Pero igual que con la “maldición” no nos dice a quién hay que pedirle ese “deseo”, y como para mí está claro que Dios no tiene nada que ver con esto, asumo que este “deseo” hay que pedírselo a los mismos que nos maldijeron y condenaron al infierno perpetuo, a quienes han gobernado este país, y por supuesto a Washington, que es donde se origina la “maldición”, que es la política prohibicionista, que hace de las drogas uno de los negocios más jugosos del planeta.

Luego de 40 años de estar haciendo lo mismo, sería lógico ensayar fórmulas auténticamente nuevas, entre ellas la legalización. Sí, la legalización, pues es la ilegalidad la que hace del comercio de drogas un negocio alucinante. Pero esto no es viable porque para EE.UU. significaría renunciar a una estrategia de intervencionismo político, judicial, financiero, bancario, comercial y militar global. No es que en Washington sean ciegos, es que ésta ceguera es interesada, por eso siguen haciendo lo mismo, aunque no se consigan resultados distintos, y por eso seguirán sodomizándonos, hasta que una lluvia de azufre y fuego nos borre de la faz de la tierra.

Comentarios