Evo y el referendo boliviano

Guillermo Pérez Flórez

El socialismo del siglo XXI se juega la que podría ser su última carta en América del Sur, con un referendo constitucional que en la práctica determinará si el presidente Evo Morales puede presentarse a un nuevo mandato. Si es aprobado, éste podrá ser candidato nuevamente en 2019 y de ganar las elecciones gobernar hasta 2025, año en el cual se celebrará el bicentenario de la fundación de Bolivia.

Evo es el último sobreviviente de una tribu política cuyo fundador fue Hugo Chávez. Una excepción. Y lo es, porque lo es en casi todo. Para comenzar por los resultados económicos. Nadie esperaba que alguien de su perfil sociocultural pudiera darlos. Según el Banco Mundial, entre 2004 y 2014 la economía boliviana creció a una tasa anual promedio de 4,9%. En 2004 el PIB era de 9.000 millones de dólares, hoy es de 34.000 millones y la renta per cápita de 3.000 dólares, el triple que en 2006. Las reservas de divisas equivalen al 46% del PIB, y la deuda pública se ha mantenido por debajo del 40%, frente al 74,3% de 2006. Hasta ese año el 63% de la población era pobre y el 37% lo era de manera extremada. Hoy la pobreza extrema se ha reducido al 18%. La inversión pública ha pasado de 629 a 24.561 millones de dólares.

Como lo subraya Luis Esteban González, analista hispano-peruano, hacia principios de siglo los indicadores de desarrollo humano de Bolivia eran similares a los de Haití y a los de los países africanos más pobres, pese a tener más de un millón de kilómetros cuadrados, muchos de ellos con algunas de las tierras más fértiles del mundo, ingentes riquezas minerales y reservas certificadas de 10,45 billones de pies cúbicos de gas. Un país rico con la mayoría de la población (indígena) viviendo en la miseria gobernado por una minoría blanca. Evo cambió esto. Sus logros son más que satisfactorios, en términos sociales, económicos y culturales, y eso lo reconocen tirios y troyanos. De hecho, es lo que explica que tenga una aprobación del 60%, tras una década en el poder. Sin embargo, aquí viene lo interesante, Evo podría perder el referendo, según algunas encuestas. ¿Cuál es la razón? Al parecer hay dos: una, de naturaleza política, escándalos por corrupción dentro de las filas oficialistas. Y otra, de naturaleza cultural. Los aimara tienen una institución ancestral: el ‘taqui muyu’, que significa alternancia en el liderazgo, la cual estipula mandatos comunitarios de dos años o tres, cuando mucho. A los suyos no les gusta que los líderes se perpetúen en el poder.

Si Evo pierde, se expone a arrojar por la borda lo logrado hasta ahora. Más aún, incluso si lo gana. Aferrarse al poder es una mala práctica. A todos los efectos. Sería mejor que siguiera la huella del presidente Rafael Correa en Ecuador, quien ha renunciado a la posibilidad de buscar una reelección el año entrante. También en esto ha debido ser una excepción. A todo parecer el poder es adictivo.

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