Alerta, Ibagué

Guillermo Pérez Flórez

La capital podría estar ad portas de una fuerte crisis económica. Un reciente informe del Dane la ubica como la tercera ciudad con mayor desempleo del país, tras Quibdó y Cúcuta, lo cual en realidad no constituye novedad, pues ya en 2013 y 2014 había ocupado dicha posición. Lo nuevo es que la tasa de desocupación subió al 14.9 por ciento, la más alta de los tres últimos años, 1.6 puntos porcentuales más que en 2015.

El informe muestra que también aumentó la Tasa Global de Participación (TGP), que pasó del 67.4 por ciento al 70.1. La cantidad de personas que están buscando trabajo en Ibagué aumentó de forma considerable y llega a las 44 mil. Y otro dato preocupante: seis de cada 10 ocupados estarían en la informalidad o vivirían del ‘rebusque’. Sin duda la precariedad e informalidad laboral es una asignatura pendiente.

¿A qué se atribuye el incremento del desempleo? Tengo la percepción de que a una desaceleración de la construcción, que representa más del 11% del PIB local y regional, y a la caída de los precios del petróleo, cuya extracción de crudo y gas en el Tolima tiene una participación del 15,5% del PIB regional. En oras palabras, aunque no tanto como otras regiones (Meta - Casanare), el ‘boom’ petrolero benefició a Ibagué de forma significativa y ahora con la destorcida se nota.

En enero pasado, el presidente de Camacol seccional Tolima, Félix García Motta, mostró su preocupación por la sobreoferta de vivienda nueva y el frenazo de las ventas. Según García, la totalidad de proyectos suman 25 mil unidades, y las ventas anuales solo llegan a dos mil 800. Ello significaría que tendríamos proyectos para atender la demanda de los próximos 10 años. Es una situación preocupante que debería ser factor de atención de la Administración municipal, de la Gobernación del Tolima, las entidades gremiales y, obviamente, de los constructores. Si se desinfla o pincha la burbuja inmobiliaria, todos la vamos a pasar mal. El desempleo se va a disparar más todavía y los más golpeados serán los estratos de ingresos bajos, aquellos que trabajan en el sector (maestros, obreros, carpinteros, electricistas, etc.) y los profesionales del mismo.

La construcción es un sector demasiado importante como para dejarlo caer. Hay que organizar una oferta de ciudad y salir a venderla en Bogotá y en el exterior. La venta de vivienda a colombianos residentes en el exterior se ve favorecida por la revaluación del dólar y del euro. Esto se debe aprovechar. El sector debe unirse y trazar una estrategia que le permita enfrentar los actuales desafíos. Lógicamente, la sola oferta de vivienda no es suficiente. Hay que complementarla con otras, como la cultura, la educación y el turismo. La ciudad no tiene industria. El proceso de industrialización que surgió con la ley 44 de 1987, expedido tras el desastre de Armero, fracasó. Entre 1988 y 1998 el crecimiento económico del Tolima fue superior al promedio nacional, pero eso acabó cuando acabaron las exenciones fiscales otorgadas por esa ley y también por la precariedad de los servicios públicos.

Estamos notificados de lo que puede venir, más vale reaccionar a tiempo.

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