Entre Caracas y París

Guillermo Pérez Flórez

Hoy resulta inevitable fijar los ojos en dos capitales: una latinoamericana y la otra europea. Caracas es escenario de una profunda crisis política que el régimen de Nicolás Maduro ya no puede soslayar. La contestación popular en las calles crece, y el país corre el riesgo de sumirse en una guerra civil. En algún momento un sector del ejército se desmarcará del chavismo y, entonces, vendrá el enfrentamiento armado. Quiera Dios que esté equivocado, pero veo a Maduro intentando una huida hacia adelante a todo costo. Los episodios de esta semana fueron una fotografía del futuro.

Hace mal Maduro en enrocarse y no dejar una puerta abierta al diálogo, ni hacer gestos de distensión para crear una atmosfera menos crispada. Como van las cosas, el futuro de Venezuela tiene pronóstico reservado. Tardará años en recuperarse. La fractura social y política es muy fuerte. Alguien tiene que hablarle al señor Maduro y persuadirlo de la necesidad de abrir una vía al diálogo, en el que él debería poner la cuota inicial: la libertad de Leopoldo López y los demás presos políticos, por ejemplo. El régimen chavista ha causado un daño casi irreparable a la izquierda latinoamericana. Venezuela es un espejo en el cual nadie quiere mirarse. Sorprende el silencio con el que ésta mira esta crisis.

Ahora pasemos a París. Allí está en juego, nada más ni nada menos, el futuro de la Unión Europea. La sola posibilidad de que la señora Marine Le Pen pueda llegar al poder da miedo. Representa una derecha xenófoba, racista y tribal, que aspira a retirar a Francia de la UE, y seguir la estela de Donald Trump en la construcción de muros y en la satanización de la población inmigrante. Demagogia pura. Lenguaje Orwelliano, en realidad buscan lo contrario, aumentar una bolsa de población sin ciudadanía para explotarla en régimen de esclavitud. Una clave secreta de la productividad de EE.UU. son precisamente los más de 11 millones de inmigrantes irregulares (no ilegales), que trabajan por menos del mínimo legal, gracias a esa irregularidad. Trump expulsará a unos cuantos indocumentados, para generar la impresión de estar cumpliendo su promesa electoral, pero jamás va a renunciar a esa bolsa de empleo barato, de la que él mismo se ha beneficiado.

Si ganara la señora Le Pen se quebraría el proyecto civilizatorio más importante de la historia. La Unión Europea ha traído paz y fraternidad entre los europeos. No está exenta de errores, pero aún con todas sus sombras es lo mejor que se ha construido en materia de convivencia, libertad y cohesión social. El riesgo de naufragio del buque europeo es alto. Contra él hay amenazas desde EE.UU., China y Rusia, tres países en donde el poder político ha sido capturado por estructuras al servicio de poderosos intereses económicos, para quienes lo menos importante es la gente. El triunfo de Emmanuel Macron sería un dique de contención a ese oleaje neofascista que amenaza con tomarse el mundo, pero no será suficiente. La lucha es ardua.

Con un ojo miramos a Caracas y con el otro a París.

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