Un paso adelante… y dos atrás

Guillermo Pérez Flórez

Al ELN se le está cerrando la ventana del futuro … y quizás para siempre. Se dice que, al igual que las bandas criminales, anda tratando de copar los espacios dejados por las Farc, y que como el Estado ha sido incapaz de hacer presencia en esos territorios, esto le facilita el trabajo. De ser cierto esto, significaría que Gabino y su gente no han entendido nada de cuanto pasa en el mundo, y muy especialmente en Colombia. Veamos.

En Cajamarca (Tolima) un grupo ciudadano, sin disparar un solo tiro, pone en jaque uno de los proyectos mineros más grandes del mundo, utilizando una de las herramientas de participación ciudadana consagradas en la Constitución Política: la consulta popular. (La participación ciudadana es una de las exigencias del ELN en la agenda pactada con el Gobierno). Y no solo pone en jaque el proyecto, sino que fortalece una ruta iniciada por otro colectivo en Piedras, cuatro años atrás, y que hoy siguen cerca de veinte municipios en 11 departamentos.

De otra parte, la Corte Constitucional, en un fallo que debería haber tenido mayor repercusión mediática, decide reconocer al río Atrato como sujeto de derechos (¿leyeron bien? sujeto de derechos) y le ordena al Gobierno acciones de fondo contra la minería ilegal. Un caso de especial trascendencia jurídico-política, con mínimos antecedentes en el mundo. Uno en Nueva Zelanda, con el río Whanganui, y otro en India con el río Ganges. Está sucediendo toda una revolución socio-ambiental y el ELN ni se entera, continúa en su eterna lógica de ‘guerra popular prolongada’, intentando crear ‘focos revolucionarios’, que ya no deslumbran a nadie.

La guerrilla de Camilo Torres tiene la oportunidad de hacer historia y abandonar la marginalidad política y social, contribuyendo a crear condiciones que le devuelvan sentido de esperanza y alegría a la paz. La paz con las Farc se agotó en los cientos de páginas del acuerdo y en el engorroso, laberíntico y burocrático proceso de implementación, a pesar de que el país experimenta una de las etapas de menor violencia política de su historia. El ELN podría, en un acto de realismo político, reconocer de una vez por todas que la lucha armada se agotó, y tratar de que el país lo escuche. Un cese al fuego unilateral y la suspensión definitiva de los secuestros serían la cuota inicial. El gobierno del presidente Santos está terminando casi asmático. ¿Le corresponde a esta guerrilla ponerle una mascarilla de oxígeno? Y por qué no, si se trata de servir un ideal superior como es la paz. El costo de no hacerlo puede ser muy grande, por ejemplo que triunfe en las próximas elecciones un candidato dispuesto a levantar la mesa de diálogo en Quito o a hacer “trizas” el acuerdo con las Farc.

La oportunidad que se le presenta a los elenos es muy grande. No sé si sean capaces de aprovecharla. Es necesario que los focos de la opinión pública se fijen en la mesa de Quito, pero siempre para que haya alegría y esperanza, no para dar la desalentadora impresión de que se da un paso adelante… y dos atrás.

Comentarios