La otra mitad de la historia

Guillermo Pérez Flórez

Colombia no se conoce a sí misma. Si hiciera el ejercicio de conocerse, descubriría que es dueña de grandes fortunas y podría potenciarlas todas. Esta reflexión vuelve a mi mente tras asistir al 22o. Festival de Música ‘Mangostino de Oro’, llevado a cabo el pasado fin de semana en San Sebastián de Mariquita. Un certamen de excelente calidad, que reúne artistas de varias partes del país y que, podría decirse, es un tesoro escondido.

Colombia no se conoce a sí misma, y pienso que es porque Colombia no es un país sino varios, a los que Dios les dio una geografía arrevesada e indómita para que jugaran a encontrarse. Y en esas estamos. Buscándonos. Tratando de ser uno solo, sin terminar de descubrirnos y reconocernos, tarea en la cual llevamos ya dos siglos.

Colombia no se conoce a sí misma. Si se conociera, sabría, por ejemplo, que cultiva café en 28 departamentos y no en cuatro o cinco, y que por cada hectárea de coca que existe en el país hay 45.000 en café, y, entonces, lo reivindicaría con orgullo, altivez y dignidad. Y de esa manera, el mundo comenzaría a referirse a nosotros de una forma diferente. Se harían más películas y series de televisión como la protagonizada por Margarita Rosa de Francisco, y no tóxicos letales como los que tienen de referencia al inefable Pablo Escobar. ¡Esa no es Colombia!, digo a mis amigos en el extranjero. E intento contarles que hay otro país que ellos no conocen, más allá de la guerra, de la violencia y del narcotráfico. Más aún. Que Colombia no es un país sino varios. Un collage de expresiones culturales en proceso de búsqueda, desde el Cabo de la Vela, en La Guajira, hasta Leticia, en Amazonas, desde Ipiales, en el Nudo de los Pastos, hasta el Orinoco, en Vichada, y desde las selvas del Darién, en Panamá, hasta las selvas de Mitú, en la frontera con Brasil.

Colombia no se conoce a sí misma, y me temo que tampoco el Tolima se conoce a sí mismo. De sus 47 municipios en 38 se cultiva café. Es un cultivo incluyente y democrático, como lo prueba el que de las 384.141 hectáreas en café 116.114 hectáreas son cultivadas por 61.931 familias en 71.606 fincas. Un potencial inmenso para la paz y el desarrollo. Hace bien el gobernador Óscar Barreto, al difundir y apoyar el cultivo de cafés especiales. Es una forma (quizá la mejor) de dar a conocer al Tolima, nacional e internacionalmente. De promocionar su flora y su fauna, su gastronomía, sus paisajes, su hidrografía, su música y su gente. Así, el mundo empezará a mirarnos con respeto.

Precisamente por ello se ha conformado una aventura empresarial, social y cultural llamada café Mariapaz Colombia, cuyo eslogan he tomado en préstamo para titular esta columna, con que se busca promocionar el café especial, reivindicar y exaltar a la mujer cafetera y ayudar a descubrir el acervo cultural de todas las colombias, que festivales como el ‘Mangostino de Oro’ se encargan de mostrarnos. Ya es tiempo de que Colombia se conozca a sí misma.

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