La guerra fallida

Guillermo Pérez Flórez

Si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo. La frase es atribuida a Einstein, y cae como anillo al dedo cuando de juzgar la guerra contra las drogas se trata, la cual fue lanzada por Richard M. Nixon en 1971. La referencia viene a cuento, ahora que el presidente Iván Duque, ha decidido proscribir la llamada dosis personal, como una medida tendiente a proteger fundamentalmente a los niños, a quienes los jíbaros les ofrecen drogas en las puertas de los colegios.

El fin es noble, por supuesto, pero la medida es equivocada. Se inscribe en el marco de una concepción prohibicionista que ha fracasado una y otra vez, como puede verse cuando se contrastan experiencias y resultados. EE.UU. y Holanda han seguido políticas diametralmente diferentes, y en este último país, cualquier adulto puede poseer y comprar pequeñas cantidades de marihuana en comercios regulados desde los años setenta, allí la tasa de consumo de yerba es casi la mitad que la de EE.UU. El porcentaje de holandeses que prueba marihuana sobre los 15 años de edad es un 30% más bajo que en ‘América’, en donde se ilegalizó el consumo desde 1937. No obstante, según un informe del National survey on drugs use, publicado en 2010, un 10% de los norteamericanos fuma marihuana con alguna frecuencia. Esto explica por qué México produce más de 15 millones de toneladas de marihuana al año.

El enfoque prohibicionista marcha a contracorriente. En EE.UU. 8 de sus 50 estados autorizan el cultivo, el consumo y la comercialización con fines recreacionales (Alaska, California, Colorado, Maine, Masachusetts, Nevada, Oregon y Washington) y 29 su uso medicinal. En Washington, D.C., ciudad que conoce bien nuestro presidente, se permite la posesión de 56 gramos de marihuana y se pueden regalar hasta 28 gramos, si no hay intercambio comercial de por medio. Y para no ir más lejos, cabe recordar que a partir del próximo 17 de octubre, el cultivo y el consumo de cannabis será legal en Canadá, que ya la había autorizado con fines terapéuticos desde 2001. Cada hogar canadiense podrá cultivar hasta cuatro plantas y una persona podrá portar hasta 30 gramos en lugares públicos. Uruguay la legalizó el año pasado, fue el primer país del mundo en hacerlo. Cada día crece el listado de países que permiten el cultivo y consumo con fines medicinales.

Perseguir a los consumidores con el pretexto de combatir a los jíbaros no producirá nada bueno, servirá para hacer impopular a la Policía y para que existan más casos de abuso y corrupción en ella, precisamente cuando más se le necesita concentrada en combatir el crimen organizado, que azota a los ciudadanos con delitos como el hurto de celulares, autopartes, motos y coches. Para completar el coctel prohibicionista se volverá a la fumigación con glifosato, una decisión que sólo nos hará simpáticos ante Trump. En 1982, el gramo de cocaína costaba 260 dólares, ahora vale 140 dólares (un 90% menos). La producción no ha dejado de crecer. ¿Para qué entonces repetirnos?

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