El Tolima está que arde

César Picón

En pocas palabras, esa fue la noticia con la que el ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, abrió el Foro sobre el Fenómeno del Niño y Cambio Climático, llevado a cabo la semana pasada en Ibagué. Las cifras que dio no podrían ser más preocupantes: el Tolima comparte con el Huila el déficit de lluvias más alto del país (entre 75% y 80%), lo que ha ocasionado serios problemas de desabastecimiento del recurso hídrico en la mayoría de municipios, así como la disminución sustancial del caudal de ríos tan importantes como el Saldaña y el Magdalena, este último, en algunos sitios de su recorrido por Honda registró una profundidad de apenas un metro.

Por otra parte, en lo que va del año, la temperatura de nuestro departamento ha estado tres grados centígrados más caliente que el promedio de años anteriores, cifra muy superior al incremento promedio en la temperatura del país; Natagaima ha llegado a los 40°C y Ambalema, Honda y Armero - Guayabal, entre otros, han alcanzado temperaturas que bordean los máximos históricos. El segundo peor fenómeno de ‘El Niño’ también ha tenido al Tolima entero en alerta roja por incendios forestales, algo que se deriva de la escasez de lluvias, y, por qué no decirlo, de la irresponsabilidad de algunos ciudadanos que aún no han entendido que este es el peor momento para propiciar cualquier tipo de quema en los bosques y pastizales, y de autoridades indiferentes que no ejercen controles y sanciones efectivas.

Para rematar, a la tremenda oleada de calor que estamos viviendo se suman dos situaciones problemáticas. La primera es que, tal y como lo evidenció un programa de televisión nacional el pasado domingo, la poca agua que queda en los territorios más devastados por la sequía está quedando mayoritariamente en manos de “quien pueda pagarla”: no importa si un pequeño caserío se queda sin agua para beber o cocinar, lo que importa es que el potentado arrocero tenga la suficiente para irrigar sus cultivos y que las petroleras mantengan el indiscutible derecho de contaminar las quebradas cercanas a sus áreas de extracción.

La segunda es que, pese a ser una de las regiones históricamente más afectadas por ‘El Niño’, el Tolima sigue siendo un territorio con exigua capacidad de respuesta ante este tipo de eventos climáticos extremos. Por ejemplo, muchos sectores de Ibagué carecen de tanques de almacenamiento de agua que puedan alivianar la crítica situación, tampoco se cuenta con carrotanques suficientes para suministrar el vital líquido a las comunidades más afectadas. Muchos municipios todavía no cuentan con máquinas de bomberos y demás equipos necesarios para la extinción oportuna de incendios. Innumerables poblaciones rurales tienen acueductos deficientes que, además de ejecutar un tratamiento insuficiente, no cuentan con la capacidad para sosntener la oferta en tiempos de escasez. Todo lo anterior se hace más grave cuando los efectos, como ocurre en la mayoría de los casos, impactan los sectores más pobres de la población.

Las consecuencias económicas y sociales del fenómeno de ‘El Niño’ apenas están por venir, sobre todo porque la temporada cálida ni siquiera está cerca de terminar. No queda más que reconocer que todo es producto de la relación conflictiva de los seres humanos y la naturaleza, y que es imprescindible actuar de inmediato para proteger lo que aún nos queda.

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