La fragilidad humana y lo frágil del ser humano

Tanto poder, tantas aspiraciones, y al final, el destino humano es el mismo, un destino que da cuenta de lo frágil del ser humano.

Lo que somos es superior a lo que hacemos, por eso lo que hacemos día tras día debiera ser ética y políticamente correcto. El Político alrededor de su rol como líder y guía del destino de la sociedad, el docente alrededor de su rol como formador de las nuevas generaciones, el periodista alrededor de su compromiso ético de comunicar sin falsear los hechos, etc.

El Papa Benedicto XVI, aceptó que la fragilidad humana está presente en la Iglesia Católica, por qué no hacerlo también cada uno de nosotros.

Reconocer nuestra fragilidad humana debiera ser suficiente para que cada uno de nosotros reflexionara profundamente sobre nuestro comportamiento para consigo mismo, para con el prójimo y para con la sociedad.

Y en especial, las reflexiones debieran ser más profundas en aquellos que tienen responsabilidad social y pública.

Las últimas palabras que el presidente Hugo Chávez le dijo al jefe de la guardia presidencial José Ornella fueron “Yo no quiero morir, por favor no me dejen morir”.  

Sin lugar a dudas ese momento tuvo que ser desgarrador, Ornella tuvo que haberse derrumbado, estar allí sin poder hacer nada debe ser muy perturbador. Ver la fragilidad de su líder debió arrancarle más de una lágrima.

Chávez sabía que aún le faltaban muchas cosas por hacer, tal vez muchas por reparar, tal vez aceptó que en ocasiones se equivocó. Sabía que a los 59 años todavía tenía mucho por dar, no solo a su pueblo sino también a su familia.

En esos momentos tuvo que rogarle a su Dios por más tiempo para hacer aquellas cosas que dejó de hacer, o aquellas que él creía que faltaban para consolidar su causa.

Tal vez se acordó del poema de Jorge Luis Borges; instantes. Tal vez pensó en que algunas de sus actuaciones no fueron las más adecuadas y políticamente correctas. En fin, debe pasar toda una vida en segundos.

A veces, la fragilidad humana nos lleva a cometer errores, confiamos demasiado en quien no debemos, le apostamos mucho a cosas que realmente son intranscendentes.

En ocasiones, algunos se aprovechan del prójimo por satisfacer las demandas de sus amos (el dinero, el poder, la adulación) para entender al final del camino que esa no era la manera de hacer las cosas.

En nuestra sociedad se ve tanta manipulación, tanta intriga, tanta lucha por el poder por el poder mismo que debiéramos reflexionar sobre los comportamientos éticos de quienes ostentan espacios de liderazgo. En ocasiones es peor, la motivación es eminentemente económica. Aquí está el mayor promotor de la fragilidad humana.

Y aunque así son las cosas, no todo está perdido, también se encuentran actuaciones enmarcadas en buenos propósitos morales y éticos que le brindan una esperanza a la sociedad.


Un periodista, un gerente, un profesor, un político, puede hacer la diferencia cuando actúa de la forma correcta, cuando reconoce su fragilidad humana y toma su derecho de mejorar. 

Credito
JAIME EDUARDO REYES

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