En la búsqueda de nuestro modelo

Jaime Eduardo Reyes

La Visión Tolima 2025 tiene la virtud de entender al desarrollo como el resultado de complejas relaciones de un sistema que está compuesto por fines, principios, valores e ideas fuerza.

A la fecha, el trabajo llevado a cabo por el colectivo de tolimenses permite al Departamento tener una línea base de lo que se conoce como signos vitales del desarrollo, también permite tener definidos, y en algunos casos formulados, un número importante de proyectos de inversión que están orientados a crear condiciones favorables para el impulso de apuestas productivas que promuevan el crecimiento económico mediante el impulso de ventajas competitivas de una estructura productiva transformada. El reto vigente es el financiamiento necesario para la ejecución de los proyectos.

Ahora bien, el modelo está lejos de haberse diseñado en su totalidad: son muchas más las preguntas que aún están por contestar que las ya resueltas. Basta solo con trabajar sobre una de las cuatro categorías de la visión para darse cuenta de que el modelo de desarrollo tolimense está en construcción.

En términos de economía política, si revisamos los fines que pretende alcanzar el Departamento en 2015 se entiende que el propósito de la visión se enmarca en los anhelos sociales de disminuir la desigualdad y la pobreza, y que aunque también se plantea aumentar el crecimiento económico como un fin, este no es más que un medio para llegar a los fines ya enunciados.

Si se entiende que la desigualdad y la pobreza son los ejes centrales de la preocupación de la política social del Departamento, la evidencia empírica nos muestra que debe ser el estado, a través del Gobierno departamental, el que debe implementar políticas de redistribución del ingreso a los tolimenses mediante programas que creen oportunidades y mejoren las capacidades de todos.

De otro lado, la baja y decreciente tasa de crecimiento económico del Departamento durante más de siete años da cuenta de que ni el Gobierno ni el mercado han sido capaz de llevar al Tolima a una nueva senda de crecimiento que por lo menos lo nivele con respecto a la tasa nacional.

A mi juicio, para superar el actual estancamiento del crecimiento se requiere de una decidida intervención del Estado y en particular de los gobiernos local y regional que impulse una mayor productividad de los factores de producción, aumentando los precarios porcentajes de inversión pública en los distintos sectores productivos y en específico para la formación bruta de capital de las empresas locales en términos de innovación tecnológica y progreso técnico.

Creo que el Gobierno regional debe cumplir un mayor papel como inversor para la transformación productiva que el adoptado hasta ahora, entendiendo que el mercado necesita señales más claras y contundentes para reaccionar positivamente la coyuntura económica.

En otras palabras, las pretensiones de la VT2025 y la realidad estructural de la economía del Departamento obligan a los distintos niveles de gobierno a invertir de manera significativa para aumentar la productividad del empleo, a invertir en formación bruta de capital en tecnología empresarial y a invertir en bienes públicos que apoyen los dos objetivos anteriores.

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